¡Atrapados!

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

Así estamos los ibaguereños, como el título de esta columna, atrapados. Sé que muchos coincidirán en que viajar de Ibagué a Bogotá (o viceversa), es, o bien, “tortuoso”, o bien, muy costoso, una disyuntiva bastante difícil desde la óptica que se le quiera mirar. Con la construcción del tercer carril en la vía, se aumentó el tiempo de desplazamiento desde y hacia la capital del país, esto sin contar el tradicional trancón “atravesando” Soacha. Pero de ser mucho el afán y la necesidad de llegar “rápido” (así entre comillas, porque con Avianca nunca se sabe cuándo el vuelo está a tiempo), hay que estar dispuestos a pagar una cifra excesiva para viajar en avión, esto último, un claro problema de ausencia de competencia en ese trayecto. Una sola aerolínea con los dos, o a veces tres, únicos vuelos (Ibagué-Bogotá), claramente dispara la tarifa al alza y, sumado a esto, la otra alternativa de viajar “por tierra” convertido en un verdadero obstáculo, podría convertir esta ruta, fácilmente, en una de las más rentables para la aerolínea.  
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Un paréntesis muy pertinente, sin lugar a dudas, la integración empresarial entre Avianca y Viva Air debe ser negada, no admite, siquiera, condicionamientos, esto iría no solo en contravía de los derechos de los consumidores y la libre competencia económica, sino que arrojaría al país a un oligopolio en materia aérea en perjuicio de la competitividad de Colombia, que no puede ser aceptable.

Esta situación no es de poca monta, hay una afectación a Ibagué (y a muchos otros municipios) en materia de competitividad y desarrollo que pone en riesgo, así, sin exagerar, la estabilidad económica local, pues de competitividad muy poco podemos hablar cuando, llegar o salir de la ciudad representa esa disyuntiva tan perversa. Es claro que son aspectos del orden nacional, pero no por ello, desde lo local, debamos apagar la voz de protesta, por eso el llamado a toda la clase empresarial y política (en especial a los congresistas que representan al departamento del Tolima), para que pongan de primer orden, en la agenda con la nación, la conexión de Ibagué con Bogotá, porque como diría Irene Vallejo en su libro El infinito en un junco, “Los más vulnerables no encontrarán ayuda ninguna en las leyes, esa telaraña que atrapa a las moscas pero deja pasar a los pájaros de cuidado”, se necesita, entonces, control. ¿Cuánto tiempo tardará la ejecución de la obra? ¿Cuál es el estado de avance frente a la fecha establecida en el contrato de terminación del corredor vial?, son preguntas básicas a formular. En la actualidad, no son menos de tres puntos (en ocasiones he contado hasta cuatro), donde se detiene el tránsito por lapsos de tiempo, mínimo de 30 minutos, sin contar los tramos donde está reducido a un solo carril para todos, incluidos los vehículos de carga, un despropósito.

Ibagué, como capital de departamento, debe estar entre las 10 principales ciudades de Colombia, no admite otro lugar, pero recuperar estos espacios, implica buscar soluciones de fondo al desempleo (de nuevo Ibagué, para el periodo mayo-julio, ocupó el tercer lugar en desempleo en Colombia con el 15,5 %), la informalidad, la prestación eficiente y oportuna de los servicios públicos, conectividad, infraestructura vial, entre otros y, por supuesto, una alternativa concreta a las posibilidades de desplazamiento desde y hacia Bogotá que sea eficiente, resulta indispensable para avanzar en un propósito de crecimiento y recuperación de espacios, por ahora, cedidos.

@camiloossa10

CAMILO ERNESTO OSSA B.

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