Kamala Harris y su carisma, un atributo que pesa

Carmen Inés Cruz Betancourt

Posiblemente entre quienes observan el caso de Kamala Harris, la nueva vicepresidente de los Estados Unidos, lo que más llama su atención es que sea la primera mujer en llegar a ese cargo y, además, su origen afro-asiática; y es que estas características la hacen excepcional. Pero hay otros elementos que deben destacarse para entender mejor por qué llegó tan lejos. Veamos aquí algunos de esos rasgos que a mi juicio tuvieron especial peso; de otros más nos ocuparemos luego.
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Con interés y curiosidad vi el documental sobre su vida y consulté algo más sobre ella y admito que me impresionó cuánto destacan los medios sobre su carácter y personalidad. Nacida hace 56 años en Oakland, California, inicialmente se graduó en Ciencias Políticas y Economía y posteriormente como abogada. Además de esos antecedentes y su destacado ejercicio profesional, se dice que de modo especial a Kamala le ha ayudado el liderazgo y el temple que ha demostrado en los diversos escenarios donde se ha desempeñado, así como esa capacidad que tiene para atraer a los demás por su presencia, su palabra y personalidad, esto es, su carisma. De modo especial llama la atención su expresión amable, la sonrisa espontánea que genera confianza y simpatía y la sensación de que es auténtica. Con estos antecedentes lo que sigue es la enorme energía que irradia, sus intervenciones vigorosas, inteligentes y precisas, seguramente influidas por su ejercicio previo como Fiscal General de California, tal como lo demostró en su tiempo como Congresista, cuando, entre otras cosas, se destacó por los agudos cuestionamientos a los funcionarios de la administración Trump, a quienes les requería respuestas precisas y documentadas, en las audiencias a las que eran citados. 

Y es que esa actitud mesurada, segura y amable de Kamala, y también de Biden, podrían producir “una reacción espejo” que puede ayudarles mucho, porque además contrasta en forma notable con la que proyectaba Trump, siempre arrogante, déspota, autoritario, sarcástico, instigando odio y dispuesto a mentir. Inclusive, es posible que esa actitud de los nuevos mandatarios ayudó a mitigar la rabia de los furibundos seguidores de Trump y se sumó al efecto disuasivo de la abrumadora presencia del ejército para que las asonadas que se esperaban con ocasión de la investidura del nuevo presidente no se dieran. Es posible también que entre los 74 millones de votantes que logró Trump hoy haya un buen número de arrepentidos, porque habrán entendido que los nuevos mandatarios  pueden hacer un mejor papel que el desquiciado que se fue, y acaso muchos hasta se sienten aliviados. Por supuesto que los más fundamentalistas, habrán fortalecido sus odios contra todo y contra todos los que no se les parecen. 

Lo dicho no significa que la tarea para Biden-Harris sea fácil, porque el daño que causó Trump es de enormes proporciones en muy diversos ámbitos, pero sí que inician con pie derecho, y ya han dado muestras con las medidas tomadas de inmediato y con la composición del gabinete con el que han demostrado que su discurso sobre inclusión y diversidad era en serio, y también con claridad de que no solo USA cuenta, también el resto de países. Y, definitivamente, podemos anticipar que el carisma de Kamala y la actitud de Biden, sumadas a su experiencia, aportarán al éxito que auguramos en su mandato.

CARMEN INÉS CRUZ

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