Que una familia pase de cero a recibir 240 mil pesos mientras está en cuarentena hace una gran diferencia.

La Gobernación del Tolima está en el deber moral de responder positivamente la solicitud de seis mil millones de pesos que hizo el Consejo Superior de la Universidad del Tolima para poder financiar la matrícula de los estudiantes en el semestre B del presente año. Negarse sería una absurda e incomprensible decisión.

Un profesional de la salud que conoce los procesos del Laboratorio de Salud pública del Tolima, entidad encargada de procesar las pruebas de COVID-19 que envían todas las alcaldías del departamento, me contactó para compartirme serias preocupaciones que se sumarían a las irregularidades denunciadas recientemente por la veeduría ciudadana Vecino.

Una casa quinta ubicada en zona rural de Ibagué con un valor comercial cercano a los 3 mil millones de pesos paga lo mismo de impuesto Predial que una vivienda ubicada en el barrio Jordán que vale 300 millones.

La gente en Colombia está tan hastiada de la inequidad social que rechaza de plano cualquier propuesta que suene a que el Estado está evadiendo su responsabilidad. Ese es un sentimiento primario muy respetable.

El viernes pasado fue el día mundial del medio ambiente. La pandemia impidió celebrar desde la Marcha Carnaval en Colombia hasta la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático que tendría lugar en Glasgow, Reino Unido, en la que se debería evaluar y quizá replantear los compromisos globales en materia de reducción de gases efecto invernadero para evitar la debacle ecológica que ya está ocurriendo. Para no dejar pasar desapercibida la fecha va esta reflexión.

Uno de cada 4 ibaguereños no tiene empleo. En los jóvenes (18 a 28 años) la situación es peor: el 38% está sin trabajo. Si bien el desempleo ha sido uno de los problemas estructurales de la ciudad, el Covid-19 lo disparó y rápidamente llegará a cifras aún más elevadas.

Aunque para el lector esta columna pueda parecer extemporánea, siento el deber moral de reivindicar el esfuerzo de tantos hombres y mujeres que durante 4 años trabajamos con amor y dedicación para aportar a la construcción de una mejor ciudad. Hablo de quienes hicimos parte del Gobierno Jaramillo.

Tras dos meses de cuarentena Ibagué apenas aumentó en 6% la capacidad de camas de cuidado intensivo, pasó de 163 a 173, 10 camas UCI que el hospital Federico Lleras abrió en la sede El Limonar.

En el gobierno de Guillermo Alfonso Jaramillo invertimos con especial interés en las poblaciones vulnerables, una de ellas el sector rural. Teníamos claro que era la oportunidad de abonar al saldo de la gran deuda que tiene la sociedad con sus campesinos y que eso no solo contribuiría a la construcción de paz, sino también a darle un impulso a un sector estratégico para la economía y el abastecimiento alimentario de nuestra ciudad.