Todo arranca con el estruendo de un trueno metálico y sucede con la rauda repentización de un relámpago mortal. Es como un parpadeo del infortunio, una milésima de segundo que jamás tuvo que ser.
Tratando de tener un gesto de buen perdedor electoral, me prometí nunca escribir ni una línea sobre Gustavo Petro antes de que cumpliera su primer año de gobierno.
Ese es el problema real del poder, contagia al cerebro con el germen de la inmortalidad falaz. Cada nueva elección que se gana refuerza el espejismo de haber sido bendecido por los dioses para llevar a cabo una misión que trasciende la vida de su propio emisario.
Dejemos algo claro: El mundo no se va a acabar, o bueno, por lo menos no este 21 de diciembre, pero pensemos por un momento qué pasaría si sí. Qué sucedería si los Mayas tenían razón, contra todo pronóstico, y cada melancólico segundo que se consume nos empuja hacia un eventual Armagedón global.
Cuenta un relato chino que el emperador Mo Tun recibió a los negociadores de los poderosísimos Hu del Este, quienes le exigieron su mejor caballo a cambio de no atacar su imperio. A lo que Mo Tun sólo respondió “¿Por qué rehusar un caballo a un vecino?” y envió el semental.
Cuenta un relato chino que el emperador Mo Tun recibió a los negociadores de los poderosísimos Hu del Este, quienes le exigieron su mejor caballo a cambio de no atacar su imperio. A lo que Mo Tun sólo respondió “¿Por qué rehusar un caballo a un vecino?” y envió el semental.
El testimonio es una herramienta probatoria que gozó de gran respeto y buena reputación en las eras pretéritas donde la palabra aún valía algo. Tanto sería su prestigio que la confesión de un crimen era considerada la prueba reina dentro de cualquier proceso, por ende debía conseguirse bajo las estratagemas que fueran necesarias.
El otro día, en medio de un zapping nocturno, me tomó por asalto la siguiente frase: “No hablamos de lo que hacemos porque lo que hacemos habla por nosotros”, un acartonado slogan para el debut televisivo de Cerro Matoso en la televisión nacional.