Agendas puntuales

El presidente Santos ha dicho que el tiempo para el dialogo con la guerrilla de las FARC se agota en noviembre de 2013. Un anuncio importante que pone un término muy definido y que indica que el actual escenario no puede ser interminable, en donde se nos anuncien reuniones y reuniones, para concluir que deben seguirse reuniendo.

El presidente Santos ha dicho que el tiempo para el dialogo con la guerrilla de las FARC se agota en noviembre de 2013. Un anuncio importante que pone un término muy definido y que indica que el actual escenario no puede ser interminable, en donde se nos anuncien reuniones y reuniones, para concluir que deben seguirse reuniendo, mientras a lo largo y ancho del territorio nacional continúan presentándose los secuestros, los asesinatos, las emboscadas, los ataques terroristas y todo lo que hace referencia a los narcocultivos. 

El país quiere claridad total frente al proceso, pues está cansado de tantos intentos y de tantos fracasos, es decir, de tantas burlas a un elemento tan fundamental para la vida de los colombianos. El proceso del Caguán tuvo todas las oportunidades y ninguna se aprovechó, pues la intención era oscura y perversa: distraer al Gobierno y a la opinión, para introducir la guerra a las ciudades. Así lo dejó ver con toda claridad el propio Raúl Reyes, sin siquiera mover un espacio de su rostro en señal pena. 

El proceso de hoy tiene que tener una dentadura completa, en donde la opinión pública pueda observar con toda claridad cuales son las verdaderas intenciones y como están ellas reflejadas en las propuestas concretas; que todos sepamos qué se aborda y a que acuerdos se va llegando y con toda claridad se puedan interpretar los pasos de la paz. 

El Presidente ha sido valeroso al confiar nuevamente en esta oportunidad, aún en contra de su prestigio, pero vemos que él sabe hasta dónde puede llegar en su intento, para que no lo incinere su propio nivel de confianza. 

El mundo ha cambiado sustancialmente y los protagonistas de este escenario violento y cruel no se han dado por enterados. Las herramientas para producir cambios son otras; los procedimientos son también muy distintos y lo que se puede ahorrar en “sangre, sudor y lagrimas” es mucho. 

El gran protagonista de estos tiempos de paz, Nelson Mandela, ya lo dijo con toda claridad: “Un muerto, es ya demasiado”. Que ojalá los colombianos podamos deducir por fin la verdadera esperanza. 

Credito
EDUARDO DURÁN GÓMEZ

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