El pueblo superior a sus dirigentes

Durante todo el año, los parlamentarios hablamos en el Congreso. El pasado 9 de abril, fue la excepción. Ese era un día en el que cada uno de nosotros teníamos la obligación de escuchar; de escuchar la voz que tuvo eco en todo el país: el deseo contundente de los colombianos de alcanzar la paz.

Durante todo el año, los parlamentarios hablamos en el Congreso. El pasado 9 de abril, fue la excepción. Ese era un día en el que cada uno de nosotros teníamos la obligación de escuchar; de escuchar la voz que tuvo eco en todo el país: el deseo contundente de los colombianos de alcanzar la paz.

En Bogotá, tuve la oportunidad de marchar desde el Monumento a los Héroes caídos en combate hasta el Cementerio Central. Durante ese trayecto presencié algo que nunca había visto en Colombia: personas diferentes, que piensan distinto, caminando juntas, pacíficamente, en un plano de igualdad. 

No importaba la tendencia ideológica o política de quienes marchaban, lo que importaba era la conciencia de que cada colombiano padece el problema de la violencia, que a todos nos ha tocado y que todos respaldamos la construcción de la paz.

Si el pueblo colombiano logró marchar unido, sin división, expresando un clamor único en favor de la paz; me pregunto ¿por qué nuestros dirigentes (me refiero también a los expresidentes) son incapaces de hacer lo mismo y de unir sus voces y sus ideologías en favor de la paz?

Creo que aún estamos a tiempo de que el mensaje que el pueblo colombiano le envió al mundo y especialmente a su dirigencia, sea escuchado. Es un mensaje unísono, sin protagonistas individuales ni polos opuestos. Es un mensaje de paz.

Para alcanzarla, el punto de partida deben ser las víctimas. Únicamente, haciéndonos sensibles a su dolor, podremos conocer la historia de este país y garantizar una reparación moral y espiritual de sanación, que nos libere del dolor y el resentimiento y nos permita la convivencia.

Lamentablemente, el pasado martes, día de las víctimas, no todos mis colegas estuvieron presentes en el salón elíptico del Congreso. 

Como ya se dijo, es aberrante que hace algunos años cuando Salvatore Mancuso estuvo presente en ese recinto, el salón estaba a reventar, todo el mundo quería escuchar al criminal Mancuso, al criminal Jorge 40 y a otros que actualmente están extraditados. 

No entiendo como los victimarios pueden ser tan taquilleros y en contraste, las víctimas tienen tan poca audiencia, en un día en el que merecen el reconocimiento, el apoyo y el respaldo de todos los parlamentarios.


Credito
JUAN MANUEL GALÁN P. Senador

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