¿Toliwood?

Guillermo Hinestrosa

El presidente Iván Duque ha venido promoviendo la Economía Naranja como la gran opción del presente y el futuro. El concepto abarca la industria cultural en todas sus vertientes: música, literatura, teatro, danza, diseño, arquitectura; también el ecosistema del turismo que comprende la conservación y aprovechamiento de los atractivos naturales e históricos; la hotelería, la gastronomía, el entretenimiento y todo el fenómeno digital.
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Pensando en su visita de hoy un grupo de entusiastas nos devanábamos los sesos para proponerle soluciones a un desempleo que en el Tolima alcanzó 23,1% (36,0 % en los jóvenes). Alguien habló de exenciones tributarias similares a la Ley 44 de 1987, pero un economista acotó que en materia fiscal el palo no está para cucharas. Indagando entre los sectores que ya cuentan con similares beneficios, un fulano arrebató la palabra para exponer la oportunidad que él veía en el cine, industria que se expande en el mundo entero con el impulso del sreaming. Netflix, Apple TV, Sony, Amazon y HBO Go compiten por agrandar su tajada en una torta que crece y amenaza devorar a la televisión y los cinemas.

La producción de contenidos está disparada y Colombia no es la excepción. Seriados colombianos como “Colmenares, historia de un crimen”, “Distrito salvaje”, “Siempre bruja” “La venganza de Analía” o “El robo del siglo” logran ratings, a nivel mundial, inimaginables.

El ecosistema audiovisual es muy amplio. No solamente soporta a las demás artes, dando trabajo a guionistas, actores, coreógrafos, escenógrafos, fotógrafos, diseñadores o utileros, sino que su sofisticado componente tecnológico demanda edición digital de imágenes y sonido, luminotecnia, comunicaciones. Requiere pago de derechos de autor, alquiler de escenarios y estudios, seguridad, alojamiento, vestuario, maquillaje, catering, transporte, extras. Sus exigencias son altas y su logística compleja.

Quizá llegó la hora de dejar de asociar microempresas, exclusivamente, con talleres de confección, cafés internet, envasadoras de jugos y fábricas de arepas. La oferta educativa y empresarial debe adaptarse a la nueva realidad. Ibagué está a solo tres horas de Bogotá; también el Triángulo del Norte: Honda (nuestra Cartagena interior), Mariquita (exuberante y biodiversa) y Ambalema (antiguo puerto tabacalero y comercial), que alberga maravillas naturales e históricas sin igual. Nuestra cordillera no se queda atrás: municipios cafeteros, el Parque Nacional de los Nevados, la cuenca del Saldaña, el legendario Cañón de las Hermosas. En el alto Magdalena tenemos las fértiles llanuras, 43 kilómetros cuadrados de espejo de agua en la represa de Hidroprado o las zonas indígenas contiguas al desierto de la Tatacoa.

La Ley 814 del 2003 contiene numerosos estímulos: Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, que recauda recursos parafiscales del 8,5%, 70% para producción cinematográfica y 30% para dar apoyo tecnológico a las industrias relacionadas. Los contribuyentes pueden deducir de su declaración de renta el 125% del valor real invertido o donado a proyectos cinematográficos. Además, la Ley 1556 del 2012 creó el Fondo Fílmico Colombiano, para fomentar el uso de escenarios nacionales. Reembolsa el 40% de los gastos por servicios cinematográficos y 20% de los logísticos (transporte, viajes, alimentación).

“Los recursos de regalías pudieran financiar proyectos afines con la producción audiovisual. Propiciar emprendimientos e inversiones que les den nuevas opciones de trabajo a nuestros jóvenes. Hay 52.000 metros cuadrados de bodegas desocupadas, sobre la vía al aeropuerto Perales (en su mayoría del Estado), que podrían albergar estudios de grabación para convertir Ibagué en un nodo del cine en Colombia.

Entonces, el experto de la industria audiovisual que nos acompañaba levantó sus brazos, miró indulgentemente al fulano y exclamó con una pizca de ironía: ¡Toliwood!

GUILLERMO HINESTROSA

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