Urge una revolución educativa

Guillermo Pérez Flórez

Los pésimos resultados obtenidos por Colombia en las pruebas PISA han llevado al presidente Gustavo Petro a decir que el sistema educativo “ha fracasado”. “Fracasamos como país en educar a nuestra niñez en matemáticas, ciencias y lectura. La brecha es inmensa con la OCDE. La mayoría de niños y niñas colombianas quedan en el peor nivel, nivel 1, en cada uno de estos tres módulos básicos del saber”. Dramáticamente cierto.
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Desde hace al menos treinta años escucho decir que la clave del desarrollo está en la educación. Y si bien se han aumentado los presupuestos públicos que se destinan a ella, aún hace falta hacer un mayor esfuerzo, al compararnos con otros países latinoamericanos. Cuba invierte una cifra del 12,8% del PIB, seguido por Costa Rica y Bolivia (7,4 y 7,6), Venezuela (6,9), Brasil (6,2), Argentina (5,5), Estados Unidos y Ecuador (5,0) México y Uruguay (4,9), mientras que Colombia apenas invierte el equivalente 4,5. 

Por fortuna, hemos superado las épocas en que a los maestros se les pagaba con cajas de aguardiente. El salto presupuestal que se propone la actual administración para el próximo año es considerable, pasaremos de 57 a 70 billones de pesos. Un incremento del 22%, el más alto de los últimos tiempos.

Ahora bien, el paso siguiente es, sin lugar a duda, es que esos recursos se inviertan adecuadamente. Y no se los roben. En el Plan de Alimentación Escolar (PAE), se invierten 1.2 billones de pesos y llega a 7.2 millones de niños. Para muchos de ellos es ¡la única comida que reciben al día! Tan vergonzoso como real. Por fortuna, el ministerio de Educación acaba de autorizar a las asociaciones de padres de familia y a las juntas de acción comunal de zonas rurales que estén formalizadas y bancarizadas, a prestar el servicio del PAE. Ojalá que esto sirva para cortar de tajo la corrupción galopante que se vio en las pasadas administraciones.

Otro aspecto relevante es llegar al sector rural y a las zonas periféricas. No es lo mismo estudiar en San José del Guaviare, Quibdó o Riohacha, que en Bogotá, Cali o Medellín. La calidad de la educación es uno de los factores que determina el futuro de la gente. Para estos efectos, el acceso a Internet es definitivo. Los saltos tecnológicos que se están dando con inteligencia artificial cambian los paradigmas educativos y laborales, y no es una simple frase, es una realidad alucinante que va a contribuir a ampliar más la brecha entre los países ricos y pobres. Hace un par de semanas, surfeando por la red, conocí una aplicación llamada Waldo (www.waldo.fyi), definámosla sencillamente como un asistente de investigación, que escribe ensayos y cita fuentes en cuestión de segundos. ¡Casi me desmayo! Las tesis doctorales tendrán que cambiar radicalmente. Eso de gastarse dos años o más en una revisión bibliográfica se acabó. Ahora hay que hacer investigaciones aplicadas a solucionar problemas. Lo demás es carreta, pura y dura.

Es importante examinar el modelo de Singapur. La pequeña ciudad-estado asiática obtuvo los mejores resultados en las pruebas PISA. Y ojo: los primeros lugares en matemáticas fueron para los asiáticos. Sorprendentemente, Estados Unidos quedó por debajo del promedio. Colombia está en el último lugar. ¡Ah!, y por favor, no le echen la culpa a Fecode.

GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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