Relatos de guerra

Hugo Rincón González

Desde la década de los noventa diversas instituciones han hecho investigaciones para tener claro los problemas estructurales del desarrollo del Tolima, de los cuales se han referido varios relacionados con lo económico, político, social y cultural. Se ha planteado que sin resolver estas dificultades el departamento no podrá avanzar por la senda del progreso, la inclusión y la equidad.
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Dentro de estos problemas estructurales se menciona la existencia en la región de una acendrada cultura de la violencia. La heterogénea conflictividad la resolvemos a través de métodos violentos. Desde el ámbito familiar hasta el político está cruzado por esta opción que ha dejado históricamente un número gigantesco de muertos.

Acercarnos a este problema estructural desde su reconocimiento y su impacto en la vida de un gran número de personas en el país y en nuestro departamento es importante. Para algunos ciudadanos la violencia es algo que ven en la televisión y que no los toca pues viven en los centros urbanos donde se enfrentan a otras dificultades, por ello las grandes ciudades le dieron la espalda al proceso de paz en el tristemente célebre plebiscito de octubre de 2016. La violencia política en Colombia para la mayoría de los jóvenes ha sido algo con lo que no han tenido que relacionarse. La ven como algo del pasado, a pesar de que a muchos directa o indirectamente los ha afectado. La juventud anda metida en la lógica de las redes sociales y entretenida en sus propias dinámicas.

Acercarse a la violencia, reconstruir sucesos dolorosos, recordar tristes momentos y sobre todo tratar de entender esta dinámica perversa es algo destacable que promovió la docente Fadhia Sánchez de la Universidad de Ibagué con estudiantes bastante jóvenes, de diversas carreras en su curso de escritura.

Con su dirección acaba de lanzarse el texto titulado “Relatos de guerra y de reconciliación, una experiencia de escritura académica”. A sus estudiantes a través de escritos se “les concedió la posibilidad de expresar de manera respetuosa el dolor ajeno así como reflexionar acerca de las consecuencias lamentables del conflicto armado en el territorio nacional”. En este ejercicio de escritura se hace la narración desde la visión de los protagonistas de los hechos con sus pensamientos, sentimientos e interpretación de los mismos. Al final cada alumno reflexiona sobre el aprendizaje que le dejó el personaje protagonista de su relato. En los textos aparecen los testimonios de las víctimas narrando su experiencia con la extorsión, amenzas, asesinatos y desplazamiento forzado. Están las voces de las viudas que perdieron sus seres queridos. Testimonios de víctimas de tomas guerrilleras, hostigamientos y atentados. Finalmente están las narraciones de quienes fueron actores directos de la guerra, es decir la fuerza pública, la insurgencia y el paramilitarismo.

Un proyecto académico loable y necesario con los jóvenes que juegan y jugarán un papel trascendental en la transformación de la región y el país. La academia con este trabajo promueve el ejercicio de la escritura, donde se le pide a los estudiantes que dejen fluir sus sentimientos más que su intelecto en lo que narran. Una manera estética de contar la guerra, de traer la historia como la cuenta y la siente cada persona que estuvo azotada por ella. En buena hora Fadhia Sánchez como docente y víctima de la violencia que cree en la reconciliación y la paz, le apostó a este proyecto pedagógico. Aproximar a la juventud a la comprensión del fenómeno de la cultura de la violencia en nuestra región es una necesidad. Conviene que haya claridad y sensibilidad acerca de la necesidad de que se resuelva este problema estructural del desarrollo y textos como este que trata los relatos de guerra son un importante acercamiento a esta doloroso fenómeno.

HUGO RINCÓN GONZÁLEZ

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