El terrorismo no es de izquierda

El doctor Fernando Londoño no es santo de la devoción de la izquierda. Menos lo es el exmandatario del poncho y el perrero.

El discurso de estos personajes es profundamente reaccionario y su práctica política reñida con los postulados de la ética.

Las célebres actuaciones en Invercolsa, a través de las cuales el primero quiso apropiarse de unos derechos patrimoniales de tal empresa que estaban destinados a los trabajadores, y el trasegar del segundo por varias entidades del Estado, incluida la presidencia de la República, desde las cuales hizo lo menos posible por diferenciarse de Hitler, dan una idea de la catadura moral de tales señores, y sin embargo ello no justifica el atentado que produjo algunas lesiones al de Invercolsa ni el que supuestamente le tenía preparado al segundo el “Frente Carlos Gardel, de las Farc”, como jocosamente lo apuntó un importante caricaturista.


Debo aclarar que si lo anterior quedó dicho como si yo pensara que ambas acciones se originaron en la izquierda no es porque así lo crea. Es porque así quisieron hacérselo creer al país los grandes medios, apoyados para ello en irresponsables declaraciones de algunos generales que ni siquiera fueron respaldadas por Santos.


Antes por el contrario, lo que hemos venido constatando es la existencia de una izquierda cada vez más civilista y resuelta a evitar que hechos aislados de sangre y terror la distraigan de la construcción de un orden político, económico y social con más justicia y pródigo en felicidad para todos los colombianos.


Cosa distinta es la que pueden decir los personeros del establecimiento. Limitados a mostrar una fachada de democracia que se circunscribe a señalarles a los electores por quién hay que votar cada cuatro años, el día a día de sus prácticas sí está teñido de terror y muerte.


Y no me refiero solo al terror del desempleo que les imponen a muchos y a los bajos salarios con que afectan a los demás, ni a los dispensarios de muerte en que convirtieron nuestras instituciones de salud mediante la expedición de la Ley 100.


Me refiero a las mucho más concretas manifestaciones de terror y de muerte que hemos conocido, por ejemplo, a través de las desapariciones forzadas y las ejecuciones por fuera de combate, también conocidas como falsos positivos, las cuales no nos dejan más alternativa que reconocer que estamos ante la existencia de típicos casos de terrorismo de Estado.


Estando el Estado en manos de la derecha y siendo un Estado terrorista, no nos queda más que colegir que el terrorismo es de derecha, no de izquierda, y que merece nuestro rechazo.

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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