Santos en el Congreso

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Las palabras de Juan Manuel Santos en la instalación del Congreso ameritan algunas reflexiones. Para comenzar, el Presidente debe asumir que su invocación a la “nación incluyente y con oportunidades, donde las semillas de la paz germinen a plenitud” aún no ha comenzado a construirse. Al contrario, los colombianos nos sentimos cada vez más lejos de ese sueño, y si alguna esperanza aún nos queda, es la que nos viene de la mesa de La Habana, donde se diseñan importantes medidas, aunque no todas las necesarias para ver que comience a germinar la paz.

Esas palabras tan llenas de reconciliación y patriotismo; de futuro, grandeza, prosperidad, equidad y paz; esas palabras cargadas de invitaciones a pensar en grande, a esparcir nuevas semillas y a cosechar lo sembrado; esas palabras traen también consigo el embuste que ha sido tradicional entre los dueños del poder y que en gran medida han causado el que más de la mitad del país deteste la actividad política.

No es cierto, por ejemplo, que Santos haya “logrado cambios y reformas que han transformado y seguirán transformando para bien la vida de nuestros compatriotas”. Su accionar, y el de su bancada en el Congreso, no ha sido más que una constante búsqueda de cambios y reformas, pero para beneficio de quienes se pueden defender solos.

Cambios para extender el fuero militar a límites que ponen fuera de la justicia ordinaria a este estamento. Cambios para debilitar más la participación política de los sectores de oposición democrática y de izquierda. Cambios para tumbarles las regalías a las regiones. Cambios para cercenarles autonomía a los municipios en relación con su ordenamiento territorial.

Cambios para que los ricos paguen menos impuestos y los pobres, más. Cambios para hacer más espuria la justicia. Cambios para robar el Sena a los trabajadores. Cambios para dar solidez a la economía, sacrificando a las inmensas mayorías. En fin, cambios para garantizar la eternización del actual estado de cosas, y que ponen en evidencia la farsa de su llamada Tercera Vía.

Pero tampoco podemos cerrar los ojos ante promesas que nos mueven a la acción: Santos ha dicho que el presupuesto de educación del 2015 será más alto incluso que el del Ministerio de Defensa. Garantizar que esta promesa se cumpla es un reto particularísimo que tenemos que asumir. Y que no sea solo en el 2015 ni solo en educación donde se produzcan estos sustanciales incrementos presupuestales, sino en todos los demás programas sociales. Debemos acostumbrarnos a descubrir en las palabras del régimen la oportunidad para izar con mayor fuerza banderas por mucho tiempo acariciadas. Esta es una de esas oportunidades.

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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