El regreso de Mockus

Como suele decirse ahora, el grande ya no se come al chico, sino el rápido al lento. Y quién lo creyera, el rápido ha resultado ser Antanas Mockus, metiéndose en el centro del debate al enarbolar la bandera de la paz y respaldar a Santos. Así, se sitúa como la figura independiente más importante del momento. Enrique Peñalosa dejó pasar la oportunidad de ocupar ese espacio. Hubiera podido apoyar al proceso de paz y obtener de Santos el compromiso de impulsar también la renovación política, consiguiendo, por ejemplo, que se obligara a hacer nombramientos por méritos. Pero no. Peñalosa y los verdes se negaron a hacer política.

Mucho más fina y acertada ha estado Marta Lucía Ramírez, quien emerge como la líder que hizo moderar la posición reaccionaria de Óscar Iván Zuluaga frente al proceso de paz. Gracias a esto, Ramírez representa la línea moderada del conservatismo y, gane o pierda Zuluaga, cumplirá un papel clave en los debates políticos y electorales que se darán en el futuro. Podría aspirar a la Alcaldía de Bogotá.

Es evidente que la política no terminará el 15 de junio. Lo más factible es que el país se divida en dos. Gane o pierda Santos (pero más si pierde) habrá que armar un amplio frente por la paz para evitar que se regrese a la concepción de tierra arrasada que encarna el jefe de Zuluaga, el senador Uribe. En el caso de que se dé el segundo escenario, la pregunta del millón es: ¿en manos de quién quedará la bandera de la paz? Santos no es Uribe, y no parece probable que si llegase a perder se postulase como el hombre para defender el proceso y evitar que Zuluaga y Uribe lo destruyan. Mockus podría aparecer como el portaestandarte de ese frente. Incluso, ser la carta de un conjunto de fuerzas democráticas para enfrentar a Pacho Santos en 2015 en la competencia por la Alcaldía de Bogotá. Por delante de la misma Clara López, inclusive.

Ahora bien, en el supuesto de que Santos continúe en el poder es evidente que ha perdido el monopolio de la paz, y que terminará debiéndole a la paz más de lo que la paz le pueda deber a él, que es sin duda mucho. Es increíble que un hombre tan inteligente como Jorge E. Robledo no vea esto y que, como Peñalosa, se vuelva marginal en el debate por ser prisionero de sus prejuicios políticos. Será muy difícil que aparezcan en la foto de la paz en caso de que ésta llegue a darse.

La política es el arte de hacer posible lo imposible. Y Antanas Mockus, en un golpe de mano, sin estructura partidista (y quizás gracias a ello), acaba de sentarse en el primer vagón del expreso que debe llevar a Colombia a la terminación del conflicto militar y la reconciliación. Un alto porcentaje de ese esfuerzo se le deberá a Antanas Mockus, quien ha afirmado que votará por Santos porque el proceso de paz es serio, involucra lo aprendido y ha tenido los mayores avances en los cincuenta años de existencia de las Farc. Mockus, además, cobrará el repunte de Santos en Bogotá, aunque los votos los movilicen Gustavo Petro, Vargas Lleras, Gina Parody, Carlos Fernando Galán y David Luna.

Pero así es la política. Una actividad que, parafraseando a Danton durante la revolución francesa, requiere de audacia, otra vez audacia y siempre audacia. Mockus acaba de demostrar que la tiene. Igual que Piedad Córdoba, Iván Cepeda y Aída Avella.

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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