Dos plebiscitos paralelos

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En esta campaña política se generaron dos plebiscitos paralelos. Uno en torno a la paz, esbozado por el presidente Santos en el dilema de escoger entre el fin de la guerra y la guerra sin fin. Y otro sobre el regreso del uribismo al poder. Si Colombia se inscribe en una era post Uribe o se queda en ella. En otras palabras, si el país supera el tribalismo, consistente en que solo es posible hablar entre quienes piensan igual, o se aceptan voces divergentes e incluso contrapuestas.

Hablemos de lo primero. A esta campaña habrá que agradecerle que puso la paz en el primer lugar de la agenda, que en las encuestas figura en el 5 lugar de las prioridades. Hace cuatro años hablar de paz era políticamente incorrecto. Había que hacerlo en voz baja, con la boca pequeña. Ahora, la paz ha salido del armario, sin complejos, ni timideces. Hago votos por que este proceso tenga continuidad y no dudo de que Santos es el más indicado para dársela. Ahora bien, aún en el caso de que ganara Óscar Iván Zuluaga, creo que el proceso queda en un punto que es más difícil y costo devolverse que continuarlo. Zuluaga tendría que explicar al mundo por qué no continuar con unas conversaciones que han tenido el respaldo de diferentes gobiernos y organismos multilaterales (EE.UU., la UE, la OEA, la ONU, Unasur, entre otros), y costoso porque daría una ventaja política muy grande a las guerrillas, pues el país quedaría polarizado.

Santos creyó que esta campaña iba a ser fácil, jugó a adormecerla y se equivocó. Y esa situación lo ha obligado a hacer algo que debió hacer hace tiempo: vincular más sectores políticos y sociales al proceso de paz, sectores inclusive de la oposición. Santos se ha visto obligado a hacer de la necesidad virtud, y hablar con Raimundo y todo el mundo, y pedir apoyo. Ha hablado con los sindicalistas, con los militares, con los liberales, con los conservadores, con los socialistas, con los comunistas, con los indígenas. Es un aprendizaje que necesariamente lo transformará, de manera positiva. Este ejercicio ha sido positivo para él, para el país y para la democracia. A los colombianos nos falta diálogo político, somos excesivamente tribales, hablamos sólo con los de nuestra propia tribu. Pero el mundo es cada vez más complejo y plural. Necesitamos más diálogo social, más diálogo interregional y más diálogo intersectorial. En Colombia el diálogo es un bien escaso. Lo que hay es monólogos. En suma: necesitamos apelar más a la política.

Confío en que la democracia colombiana saldrá fortalecida de este proceso electoral. Que será mucho más madura, profunda y sólida. Y que la polarización que hoy se vive disminuirá. El reto que tenemos por delante es construir un país en el que quepamos todos. Sin ningún tipo de exclusión.

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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