¡Gracias, muchachos!

Gracias es lo mínimo que se les puede decir a los muchachos de nuestra Selección de fútbol. Su actuación en la Copa Mundo ha sido una bocanada de aire fresco, cuyo efecto perdurará (más de lo que se pueda imaginar), incluso en ámbitos extra futbolísticos.

Su actuación tiene un efecto pedagógico muy grande porque enseña a niños, jóvenes y viejos, y quién lo creyera, no sólo sobre fútbol sino también en otras materias, posiblemente más trascendentes.

Gracias por dejar en alto la bandera colombiana, por mostrarle al mundo que en este país hay talento, creatividad y alegría. Estos muchachos, son hoy los mejores embajadores que puede tener el país. Ha proyectado una imagen renovada de Colombia, y eso no tenemos cómo pagarlo. Todos los miembros de esta selección (nunca mejor dicho) son una muestra selecta de valores humanos. Particularmente debo agradecerles haber aprendido que el fútbol es más que darle patadas a una pelota, que con él, también es posible enseñar ética. El juego limpio, el respeto al contendor, hacen parte de un código deontológico que los chicos de Pékerman están escribiendo, quizás sin saberlo. El suyo es un juego transparente basado en el buen fútbol, no son Maradona (haciendo goles con la mano) ni Robben, tirándose en el área para engañar al árbitro.

En la sonrisa de James hay algo especial, esa alegría y ese optimismo contagiosos reflejan un estado del alma. Algo similar sucede con la capacidad de concentración de Ospina (para mí el mejor portero del mundial), con la reciedumbre infatigable de Cuadrado o con la entrega sin reservas de Zúñiga. Ellos han marcado un antes y un después, y están contribuyendo a restaurar la maltrecha autoestima nacional. Han unido al país como quizás muy pocos lo han hecho en el pasado.

Una gente que tiene una baja capacidad asociativa, porque, como dijo alguien, no constituyen un pueblo sino un país de individuos. Por eso digo que ellos nos han dado lecciones en ámbitos diferentes al fútbol. La gratitud de James con Cuadrado es una lección de honradez y de sinceridad.

Antes de escribir este artículo salí a caminar y me impactó ver los balcones llenos de banderas, como queriendo decir, aquí no ha pasado nada. La derrota frente a Brasil nada significa. Atrás queda, para la historia la manida, deprimente y fatalista frase de jugamos como nunca y perdimos como siempre. No.

Esta Selección es otra cosa. Nos ha enseñado inclusive a perder. Dejemos que nuestros hermanos brasileños en lo más íntimo de su conciencia digan si merecían el triunfo o no. El reconocimiento de los jugadores cariocas para James al final del partido es una muestra de ello. Ellos fueron los primeros en reconocer la capacidad técnica de Colombia. En realidad nuestro equipo no perdió. Sería más exacto decir que Brasil ganó con ayuda del árbitro.

Borges dijo que el fútbol era popular porque la estupidez era popular. Una afirmación perdonable debido a su ceguera. Por mi parte, comenzaré a mirar este deporte con otros ojos, porque con él se puede enseñar muchas cosas buenas. Claro que también muchas otras, que no lo son. Como todo en la vida. De momento, sólo puedo decir que quedamos en deuda con estos muchachos.

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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