Otra opción era la de escribirle a Vargas Lleras recomendándole seguir construyendo casas y no dejarse ensalzar por el presidente, después no vaya y sea que lo dejen botado en el camino, sin burocracia y traicionado ideológicamente; sin embargo, preferí ni meterme en matrimonios (políticos) porque de eso siempre se sale trasquilado, ni esforzarme tanto haciendo los cálculos de cuanto era la diferencia de ingresos entre los mil pensionados que gozan de mas de 25 salarios mínimos, frente a los casi 700 mil que tienen que bandearse con solo uno. 

Más bien me incliné por volver a poner mi atención sobre el tema la Colosa que por estos días esta muy de moda gracias a que hechos recientes están demostrando que más allá de la destrucción de las fuentes hídricas, el equilibrio ambiental y la despensa agrícola ubicada en Cajamarca, el proyecto aurífero amenaza con someter a este pequeño municipio y a muchos más, a una acelerada descomposición social producida por los síntomas de la enfermedad conocida como la fiebre del oro; y es que no son hechos aislados que trabajadores de la flamante multinacional anden engañando y embarazando niñas menores de edad, ni mucho menos que centenares de familias se hayan visto obligadas a invadir un terreno para alojarse en cambuches, asegurando que los elevados costos de vida del municipio les impiden poder pagar su sostenimiento; más bien creo firmemente, que estos hechos son la cuota inicial de los efectos negativos que traerá consigo la locomotora de la minería en el Tolima y que con el tiempo proliferaran otros como la prostitución, la delincuencia común y organizada y el desplazamiento de muchos pobladores que después de perder sus temporales empleos o no contar con los suficientes recursos para subsistir en un pueblo minero tendrán que buscar oportunidades en otras localidades. 

Pero mis preocupaciones no paran ahí, el rumor que habla de la posible instalación de la planta de procesamiento del material extraído en la Colosa, en municipios como Coello y/o Piedras, evidencia que la pandemia podría extenderse a diferentes localidades las cuales se verán expuestas a las mismas amenazas de tipo social que hoy en día ya están aflorando en Cajamarca, eso sin mencionar el aspecto ambiental, donde se prevé que la inminente contaminación de las aguas del río Coello que ciertamente nace allí, pondría en riesgo la provisión del preciado liquido utilizado para consumo humano y agrícola en siete municipios del Tolima. 

Por lo anterior, creo conveniente advertir que aunque actualmente las consecuencias de este megaproyecto minero solo sean visibles en Cajamarca, esto no quiere decir que en unos años la descomposición social y los problemas ambientales no se extiendan a buena parte del territorio tolimense; por ello, reconociendo el nulo poder de decisión que tienen los gobernantes locales y regionales acerca de la adjudicación de títulos mineros en el territorio colombiano, aliento la idea que cuando menos se realice una urgente consulta popular en nuestro departamento, para que sea el pueblo quien en una soberana expresión democrática pueda legitimar la total inconveniencia que representa este proyecto para la vida y la dignidad del pueblo tolimense.