¿Persiste el racismo en Colombia?

En la instalación de la cumbre mundial de alcaldes y mandatarios afrodescendientes, llevada a cabo en días pasados en la ciudad de Cali.

Al Presidente de la República, le pareció oportuno destacar ante un auditorio de más de mil gobernantes, el reciente nombramiento de dos de sus ministros (Justicia y Minas), quienes según él representarían la cuota afrodescendiente en su gabinete. 

La declaración del primer mandatario, cayó en los asistentes por Colombia igual de pesada, que lo hizo la desafortunada frase “el tal paro agrario no existe”, en los campesinos protestantes. Unos dijeron no sentirse representados por los ministros. Otros consideraron que éstos nunca habían defendido los intereses de la población afrocolombiana y pusieron en entredicho que lo hicieran de ahora en adelante, y, otros tantos coincidieron en manifestar que la declaración fue un acto de populismo utilizando la etnia como pretexto. 

A mi juicio, la frase también constituye una expresión de racismo, toda vez que en un país multicultural como Colombia, en el que supuestamente hemos avanzado en el reconocimiento de la diversidad cultural, acaso, ¿habría algo de raro en que se nombren ministros afrodescendientes o indígenas?, o quizás, ¿habría que agradecerle al Presidente tan noble gesto?

No obstante, sería injusto responder la pregunta tan solo teniendo en cuenta este hecho. Quizás haciendo un breve análisis de las condiciones socio-económicas de la población afrocolombiana, pudiéramos argumentar lo suficiente para hacerlo.

Según el informe de pobreza monetaria y desigualdad 2012, publicado en julio por el Dane, la pobreza extrema reportó gran prevalencia en los departamentos que presentan un mayor porcentaje de afrocolombianos respecto de su población total, tales como Chocó, Cauca, Nariño y Bolívar.

Por otra parte, el Pnud, en su estudio “Los afrocolombianos frente a los objetivos de desarrollo del milenio”, recopiló información que demostró, que en las ciudades del país que cuentan con más de 40 mil afrocolombianos, como Cali, Cartagena, Buenaventura, Barranquilla y Medellín, las necesidades básicas insatisfechas, son en todos los casos muy superiores en estos que en la población no étnica.  

Adicionalmente, en relación con el mercado laboral, el estudio afirma que la población afrocolombiana registra una tasa de informalidad del 65 por ciento, la cual supera ampliamente la nacional que se ubica en el 56 por ciento.

Frente al acceso a la alimentación, el documento compara los porcentajes de población con hambre entre afrocolombianos y no étnicos, concluyendo que a nivel nacional el 6.1 por ciento de la población no étnica ayuna por falta de dinero (ayuno forzado), mientras que la cifra para los afrocolombianos asciende a 14.3 por ciento, y es mucho más grave en municipios como Tumaco o Quibdó.

Por último, de acuerdo con el censo nacional de población Dane, la mayoría de la población afrocolombiana (74%), cuenta con un nivel educativo de básica o media secundaria, mientras que apenas un 10.5 por ciento ha logrado concluir estudios superiores o de posgrado, lo que claramente se constituye como un impedimento para que los afrocolombianos puedan acceder a empleos de calidad.

Tanto así, que los resultados de la Encuesta Continua de Hogares de 2007 (Dane), demostraron una amplia brecha entre afrocolombianos y el resto de la población, frente a la ocupación de cargos directivos, profesionales y administrativos.  

Tal vez con estos argumentos la respuesta a la pregunta sea obvia, pero más allá de decir que persiste el racismo en Colombia, hay que decir que este sigue siendo el principal perpetuador de la pobreza de los millones de afrocolombianos de nuestro país.

Credito
CÉSAR PICÓN

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