Por una presidencia ambientalmente responsable

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El panel intergubernamental sobre cambio climático, máximo líder mundial sobre este importante asunto, presentó la semana pasada uno de los estudios que harán parte del 5 reporte de evaluación sobre impacto, adaptación y vulnerabilidad respecto a este fenómeno. Dicho informe señala, como bien lo titulo Semana.com, que “lo peor está por venir”. Los eventos climáticos extremos asociados al cambio climático, comotifones, inundaciones, incendios, nevadas,sequías, y olas de calor y de frio, que en los últimos años se vienen presentando con mayor frecuencia e intensidad en tantas regiones del planeta, presagian consecuencias alarmantes en el mediano y largo plazo, que redundaran en escasez de agua y comida, catástrofes naturales sin precedentes, efectos sobre la salud humana, e incluso, el incrementode conflictos armados mundiales, debido a la inestabilidad económica y política que los efectos del calentamiento global pueden provocaren muchas naciones.

Claramente nuestro paísya está siendo testigo deestas consecuencias.Eventos pasados como el fenómeno de la niña, o recientes como la dramática sequía en el Casanare, el voraz incendio en la Sierra Nevada de Santa Marta, o la alerta rojapor inminentestragedias ambientales en muchos ecosistemas,demuestran que nuestro país además de ser altamente vulnerable, parece estar haciendo muy poco para fortalecer su capacidad de mitigación y adaptación.

Esta verdad quizás sea incomoda, pero no se puede decir nada diferente cuando desde el mismo Gobierno Nacional, se insiste en impulsar desenfrenadas locomotoras, que poco observan los nefastos impactos que elinsaciable extractivismo pueda causar en el medio ambiente.Y es que la gestión ambiental en Colombia es verdaderamente preocupante. La más reciente medición del Índice de Desempeño Ambiental (EPI por sus siglas en inglés), elaborado por las prestigiosas universidades de Yale y Columbia, dejó muy mal parado a nuestro país. Pasamos del puesto 9 al 85 a nivel global, y del 2 al 14 a nivel de Latinoamérica y el Caribe. Esto, asociado principalmente a un muy bajo desempeño en cuanto a calidad del aire, acceso a agua potable y saneamiento, protección de los recursos hídricos y pesqueros, regulación de pesticidas, incentivos perversos en ciertas actividades agrícolas, así como a cambios en la cobertura forestal,e impactos ambientales sobre la salud humana.

Esta peligrosa coincidencia, en la que por un lado el cambio climático advierte graves consecuencias a nivel global y especialmente en países vulnerables como el nuestro, y por el otro,se continúaperpetuando una mediocre política ambiental en nuestro país, definitivamente puede desencadenar situaciones poco deseadas en el futuro.Por lo tanto, además de que individualmente los ciudadanos adoptemos un comportamiento conservacionista, es preciso que también contribuyamos a que se le dé un viraje inmediato a la política ambiental de nuestro país, y esto solo puede ser posible con un gobierno ambientalmente responsable. Por eso creo oportunorecomendar, ad portas de la elección presidencial, que uno de los criterios a tener en cuenta sea precisamente el relacionado con la actitud de cada uno de los candidatos frente a la sostenibilidad ambiental, para que los colombianos podamos elegir una Presidencia que sea capaz de apostarle al desarrollo sostenible, en lugar de seguir buscando alcanzar la prosperidad a costa de la destrucción de nuestro capital natural.

Credito
CÉSAR PICÓN

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