La paz mueve montañas

César Picón

Después de la publicación del acuerdo definitivo entre el Gobierno y las Farc, que ciertamente derrumbó los mitos que se habían tejido alrededor de lo negociado y dio los insumos necesarios para argumentar el debate, se ha visto que el “sí” ha empezado a ganar terreno en forma sorprendente.

Todas las encuestas recientes repuntan a favor del voto positivo en el Plebiscito, pese a que hasta hace pocos días marcaban una intención de voto mayoritariamente por el “No”.

Los conservadores y hasta el Vicepresidente por fin declararon su intención de apoyar el acuerdo para la terminación del conflicto. Figuras nacionales, como la excongresista María Isabel Rueda, quien venía lanzando fuertes críticas al proceso de paz, anunció su voto positivo al Plebiscito al afirmar que no le encontraba ninguna utilidad a votar por el “No”.

A nivel regional la paz también logró movilizar la clase dirigente. El pasado lunes se reunieron congresistas de los Partidos Liberal, Conservador, de la U, el Alcalde de Ibagué, exgobernadores y representantes de otros partidos políticos, para anunciar su intención de hacer campaña para promover el “Sí”. El evento, además, tuvo dos ingredientes particulares. El primero es que pese a las controversias políticas que han generado choques en el pasado, fue posible que todos se sentaran en la misma mesa a disertar en torno a la paz. Lo segundo fue la presencia de Miguel Barreto, sobrino y escudero del Gobernador del Tolima, quien permanentemente ha lanzado ataques en contra de los acuerdos y ha dejado entrever una posición ambigua frente al apoyo al Plebiscito.

A todo lo anterior, se suma que el Uribismo, principal opositor del proceso de paz, al parecer ha venido perdiendo respaldo ciudadano. Muchos de los que se suscribieron en la recolección de firmas de la denominada “resistencia civil”, se sintieron abusados cuando vieron que fueron utilizadas para demandar el acto legislativo para la paz, nunca nadie les dijo que las firmas tenían ese propósito.

En distintas universidades le han demostrado su rechazo a la propuesta de votar “No”, y la tapa fue el pasado domingo, cuando el joven Leonard Rentería, en pleno encuentro organizado por el Uribismo en Buenaventura, le recordó unas cuantas verdades al Senador Uribe, sobre todo una cruda verdad: los que van a la guerra son los hijos de los pobres. Efectivamente no son los del expresidente, ni los de la oligarquía que pretende perpetuar la guerra.

Gracias a la pedagogía de paz; el despertar de muchos dirigentes que estaban “pasando de agache”; la aclaración de múltiples aspectos de los acuerdos que infundían temor y desconfianza a la ciudadanía, y sobre todo la admirable interpretación de cada ciudadano que de alguna forma ha leído y entendido lo que se votará el 2 de octubre, el sí a la paz está más fortalecido que nunca.

No obstante, aún no se puede cantar victoria. Las elecciones se ganan el día que se llevan a cabo y, hasta tanto, es necesario trabajar como si se fuera perdiendo.

El “Sí” debe ganar de forma contundente, inobjetable, casi unánime, para que no quede duda que la voluntad de los colombianos es la de perdonar, reconciliarse y empezar a recorrer el camino de la paz.

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