A diferencia de lo que sucede en New York y en otras ciudades del mundo, con los indignados del sistema financiero (Wall Street), de los cansados con sus a abusos, de que controlen el mundo a través del negocio de la especulación y los altos intereses, en nuestro paÃs el silencio es cómplice.
Escuchaba estos dÃas en un medio radial local en Bogotá, voces solitarias de analistas financieros, economistas y quienes conocen del tema -que no tiene cabida en los medios de siempre- sobre cómo en Colombia lo que impera con el sistema financiero es un silencio absurdo y una pleitesÃa extrema y exagerada por parte de los polÃticos, los gobiernos, los medios, los comerciantes e industriales. Porque además son los grandes financiadores de campañas (no solo polÃticas), sino de campañas en general de quienes puedan desde el sector público, privado, mediático o la academia, exigir que frenen los abusos o tengan actos de conciencia social.
Señalaba dónde y cuántos artÃculos habÃa encontrado sobre los abusos de nuestra banca, daba risa por no decir lástima el número; y al contrario señalaba cómo se les habÃa beneficiado a lo largo de la historia con impuestos, salvavidas, inyección de capital del Estado, cuatros por mil, manejo de fiducias públicas, impuestos de construcción en todo tipo de viviendas, en fin, un verdadero rosario de apoyos para un sector que vive de la especulación, de los altos intereses y que no piensa en nada distinto a sus ganancias.
Mientras el mundo ha entendido que se debe frenar ese sistema especulativo de capitales, cuyo gran soporte es la banca y sus intereses y “serviciosâ€, en nuestro paÃs y en este lado del continente parece que la fuerza diaria es en busca de que ese sentimiento no se despierte por ningún motivo.
Contaban los panelistas sobre el artÃculo de una página de Internet que publicó en el año 2010 la forma abusiva cómo la banca chupaba la sangre de pensionados, trabajadores rasos, pequeños empresarios, pensionados y todo aquel al que obligan a abrir cuenta bancaria o estar en el sistema financiero. Comentaban que el artÃculo puso al descubierto cosas como que por una chequera se puede pagar hasta 130 mil pesos; por un talonario de cuenta de ahorros, hasta 72 mil pesos; si a usted le consignan desde otra ciudad le sacarán casi 10 mil pesos; si hace una transacción electrónica en un cajero de otra entidad, hasta ocho mil pesos; un cheque de gerencia, 15 mil pesos; manejar su tarjeta débito, hasta 15 mil pesos. Cosas como estas denunciaban.
Además señalaban cómo otros artÃculos en portales de Internet se referÃan a los malos servicios, la pésima calidad de atención, la poca seguridad en los cajeros automáticos a los cuales no le invierten, en fin, daban ganas de sentarse a llorar por lo que nos hacen la banca y el sistema financiero colombiano.
La reflexión final sin importar si se está en el sector privado o público, la academia, independiente, en los medios, se tiene un negocito, maneja bus o taxi, es que deberÃamos ser más conscientes y darnos cuenta de que los llamados indignados de Wall Street nos están haciendo un favor a los habitantes del resto del planeta. Están poniendo el dedo en la llaga, al recordar que las últimas crisis económicas del mundo han sido ocasionadas por el sistema financiero y la banca; lo de Europa hoy, lo de Estados Unidos hace tres años, lo de Japón y Asia, años atrás, se le debe a ese sistema y su filosofÃa, a su manera de actuar. ¿DeberÃamos estar más indignados en Colombia y los paÃses emergentes no?
Deberíamos ser más conscientes y darnos cuenta de que los llamados indignados de Wall Street nos están haciendo un favor a los habitantes del resto del planeta.
Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ -Gersán-
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