Extraños y usuales protagonistas del conflicto

Sin duda habrá mucho que ver antes de que terminen las protestas, pero también muchos dejarán ver sus cartas y sus verdaderos intereses en medio de la turbulencia.

Cuenta la historia que en época de la confrontación política a mediados del siglo pasado y ante los abusos gubernamentales, los dirigentes liberales de la época discutieron la realización de un paro y la posibilidad de un atentado contra el servicio eléctrico en la ciudad de Bogotá. En medio del debate el maestro Darío Echandía preguntó por las consecuencias de dicha acción y de lo que sucedería si una madre se encontrara en trabajo de parto en algún quirófano de la capital. Al respondérsele que su vida y la de otros ciudadanos en situación similar correría peligro inmediatamente Echandía rechazó la acción y la propuesta fue olvidada.

Eran, por cierto, unas épocas violentas: El episodio viene a la memoria ahora cuando ya son varios los colombianos de diversas condiciones y edades distintas que han muerto, bien porque la ambulancia que los transportaba ha sido detenida en los bloqueos de las vías por los diferentes paros que se llevan a cabo en el país, por la falta de elementos médicos y de asistencia que no puede llegar a su destino por la misma razón o por el hecho de que sus tratamientos han sido interrumpidos ante la imposibilidad de llegar al lugar donde se los dispensan.


También duele ver enfrentamientos entre campesinos y fuerza pública en los que se registran abusos de parte y parte y en los que los efectos colaterales se suceden en ciudadanos ajenos al conflicto.


Por cierto hay protagonistas del desorden que siempre hacen presencia y portan los mismos pasamontañas, las mismas coberturas del rostro y similares papas explosivas y bombas molotov usuales en otras confrontaciones, como se ha podido observar en los hechos de Boquerón.


Sin embargo, han aparecido unos nuevos actores en asuntos de protestas populares como ha ocurrido en Bolombolo en Antioquia, pues llegaron en camionetas y camperos de alta gama, con sus tradicionales sombreros aguadeños y la infaltable mulera con que acuden a ferias equinas y ganaderas y, por primera vez, y de un día para otro, se uniforma a los manifestantes con costosas camisetas verdes y pancartas recién salidas de agencias de publicidad. Actores a los que poco les importa la situación de los caficultores y sí pretenden pescar en río revuelto pese a lo que pueda suceder.


Sin duda habrá mucho que ver antes de que terminen las protestas, pero también muchos dejarán ver sus cartas y sus verdaderos intereses en medio de la turbulencia.

EL NUEVO DÍA

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