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En Ibagué, las movilizaciones transcurrieron en relativa calma con algunos incidentes aislados de vandalismo. Las protestas habían dejado como saldo fatal dos personas muertas, en Cali y Neiva.

miles de trabajadores, educadores, desempleados y estudiantes salieron a las calles colombianas en el marco del paro nacional, que se promovió en contra de la reforma tributaria que propone el gobierno de Iván Duque.

La tensión rodeó los días previos a la jornada; los mensajes a favor y en contra de las movilizaciones inundaron las redes sociales; como era de esperarse, los políticos, incluso los pertenecientes al partido de gobierno, quisieron capitalizar en su beneficio los sentimientos populares y pidieron retirar el proyecto. El Gobierno nacional se topó con un argumento providencial para solicitar el aplazamiento de las marchas: el tercer pico de la pandemia que tiene al borde del colapso a los centros hospitalarios de las principales ciudades del país. Este también fue el fundamento de una medida cautelar del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, que ordenó a los alcaldes suspender los permisos de las marchas “hasta tanto se implemente un protocolo de bioseguridad o se alcance la inmunidad de rebaño con la vacunación contra la pandemia de Covid-19 y sus mutaciones”, lo cual en la práctica sería prohibir la protesta social por tiempo indefinido.

Sin embargo, la decisión fue tardía y no consiguió su propósito; por eso, desde tempranas horas de ayer indígenas del Cauca se hicieron sentir en Cali, con el derribamiento de la estatua de Sebastián de Belalcázar; más tarde, algunos almacenes y entidades bancarias de esta ciudad fueron blanco de saqueos, que obligaron al alcalde a decretar el toque de queda desde las tres de la tarde. No obstante las imágenes caóticas que se difundieron, en la capital del Valle también hubo marchas multitudinarias que se desarrollaron de manera pacífica y en medio de actos culturales.

También Bogotá vivió una jornada traumática con bloqueos a las estaciones de Transmilenio, que fue cerrado a las 5 de la tarde, aunque desde más temprano estaba paralizado, y enfrentamientos entre los manifestantes y el Esmad en diferentes puntos de la ciudad. En Medellín, hubo desmanes que obligaron al cierre de algunas estaciones del metro; en Pasto el alcalde debió adelantar el toque de queda y en Popayán se registraron disturbios en el centro histórico. En Ibagué, las movilizaciones transcurrieron en relativa calma con algunos incidentes  aislados de vandalismo. Las protestas habían dejado como saldo fatal dos personas muertas, en Cali y Neiva. El toque inusual corrió por cuenta del Alcalde de Cartagena y el Gobernador del Magdalena que se unieron a las protestas.

Ciertamente, estas movilizaciones que no tienen líderes visibles, sino que corresponden a reacciones espontáneas de insatisfacción popular son vulnerables a las infiltraciones por parte de vándalos con tenebrosos propósitos, que con sus actuaciones consiguen desviar la atención, que debería fijarse en los motivos de la protesta.

EL NUEVO DÍA

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