El hambre acecha

Dentro de las varias cogitaciones que se imponen en estos “tiempos de pandemia”, sobresale como la principal, en cuanto dice relación a una de las amenazas más peligrosas que enfrenta la humanidad hoy, sobre todo los habitantes de los países pobres como el nuestro: la escasez de alimentos generada fundamentalmente por el incremento poblacional de los últimos años, fenómeno, este último, que ya venía afectando la humanidad entera y al que hoy se le añadió la hambruna generada por la larga cuarentena que le ha tocado vivir al planeta.

¿Debe Bogotá seguir siendo la capital de Colombia?

Si por razones económicas se viene hablando de la necesidad de una pronta modificación del valor del “Peso” que como unidad monetaria y de antaño viene sirviéndonos como medio de cambio, suprimiéndole tres ceros a la derecha para frenar su efecto inercial sobre la inflación, ¿por qué no pensar además, en otro cambio de mayor utilidad y significación económica?

¿Que por qué tanta violencia?

Ante la divulgación del Decreto 965 de 2020 que le brinda opciones de sometimiento a la Justicia a los miembros de las GAO o “Grupos Armados Organizados”, -eso que las autoridades tanto han buscado en procura del cese de actividades de las bandas delictuales-, la opinión encara una vez más el acalorado debate entre los que rechazan dicha norma reclamando para los que delinquen enriqueciéndose ilícitamente, penas severas de muchos años, “…ojalá cadena perpetua…”, y los que procuran restarle rigor a la ley penal para esos y otros tipos criminales, en la inefable creencia que tiene el legislador colombiano que la letra de la ley puede con todo y que basta reformar un artículo o un texto para obtener el cambio cultural, que por generaciones no se ha alcanzado.

¿Estamos llegando al fondo?

Es deplorable el abandono en que se encuentra la ciudad y lastimoso e inexplicable que sus civium o habitantes no lo hagan manifiesto y protesten ante sus autoridades y que éstas no actúen con diligencia al respecto.

¿Quo vadis Venezuela?

La abusiva y grosera apropiación de la figura y el discurso Bolivariano, aunados a un deshilvanado y torpe uso de un lenguaje con intenciones retóricas y ahora hasta bélicas contra su vecina Colombia; la persecución y el encarcelamiento de los adversarios políticos; el amedrentamiento sistemático de los medios de comunicación desafectos a su corrupto mandato, y a un exacerbado intervencionismo, han llevado al límite del desprestigio y al desleimiento económico y social a la otrora próspera Venezuela por parte del su tropical gobernante, soportado en unas presuntas mayorías logradas en amañadas elecciones realizadas en medio de amenazadoras turbas promovidas desde el Gobierno.

Un junio “triste y sin celebraciones”

Es deplorable, sí, pero no hay nada que hacer puesto que en esta ocasión ya hemos llegado al sexto mes del año sin posibilidad alguna de celebrar el “Festival Nacional del Folclor”, como ha sido tradicional, por hallarnos cercados por el letal virus del Covid 19.

La muerte de un símbolo “si se calla el cantor…”

Desde su fundación en 1968 y sin pausa alguna, “La Coral Ciudad Musical” ha sido, –sino el que más-, uno de los sitios en donde, con mayor dedicación, se le ha rendido culto al más preciado de nuestros valores terrígenos: la música, el “arte de las musas”, el mismo que nos ha dado identidad ante el país y el mundo, desde aquella lejana fecha de finales del siglo XIX, en que nuestra ciudad fue visitada, por un presunto Conde de un desconocido condado galo denominado “Gaubriac”, que arrobado ante la capacidad melódica de los raizales de estas breñas, -según el historiador de este solar, Álvaro Cuartas Coymat-, llamó a Ibagué, la ‘Ciudad Musical de Colombia’, un apelativo que señala la música como nuestra principal vocación, enraizada en el alma y hecha cosa propia por cada uno de los ibaguereños.

¿La educación que se imparte en el Tolima, es la adecuada?

Esta pregunta ha constituido una endémica preocupación de nuestra región, pese a lo cual su respuesta en términos de estudio, comprensión y solución se ha ido postergando por años, sin razón alguna que lo justifique con el fin de ver cómo y cuánto incide la educación, como causa probable de nuestro atraso y de los bajos niveles de productividad e ingreso que como grupo social y por largo tiempo venimos presentando, y que terminan por explicar las altas tasas de desempleo y pobreza, que por lustros arrastramos.

Elvira Gaitán de Alvarado

Como el inatajable paso de los años nos lo impone, rutinaria y gradualmente nos estamos viendo privados de personas valiosas de las que tanto hemos querido; aquellas con las que en cercana comunión disfrutamos los momentos que nos brindó el discurrir del nativo solar, y casi que de forma imperceptible las vemos desaparecer una a una, como una gran mazorca que se desgrana o un calendario que rutinariamente pasa sus fechas, recordándonos como alguna vez lo hizo Borges en alguno de sus poemas:
“que el muerto no es un muerto: …es la muerte…”.

José Liborio Osorio

Aquella “fe en la bondad nativa de los hombres”, hermana mayor de esa otra “fe en la bondad nativa de su pueblo”, fueron dos de los postulados románticos que inspiraron el periplo vital de este hombre, bueno, en el mejor sentido de la palabra bueno: José Liborio Osorio.