Por amor a su tierra

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
A pesar de ser una víctima más de la violencia en el Tolima, pues su padre fue asesinado «por odios políticos», y aún con las dificultades y carencias que representan para nosotros vivir en un departamento pobre, aún contamos con personas que trabajan en forma callada y con convencimiento de la importancia de su labor en beneficio de los niños y de sus comunidades rurales.

A pesar de ser una víctima más de la violencia en el Tolima, pues su padre fue asesinado «por odios políticos», y aún con las dificultades y carencias que representan para nosotros vivir en un departamento pobre, con pocos recursos para aplicar al campo, con campesinos abandonados a su suerte que deben sobrevivir en medio de conflictos sociales de todo orden, aún contamos con personas que trabajan en forma callada y con convencimiento de la importancia de su labor en beneficio de los niños y de sus comunidades rurales.  

Es el caso de Aracely Lasso Montes, maestra rural de 42 años, oriunda de Chaparral. Aracely nació en el campo y allá vivió hasta los ocho años, cuando su familia la envió a Chaparral donde cursó su primaria y secundaria. Luego, estudió su licenciatura en Educación infantil y preescolar en el Idead de la Universidad del Tolima y cuenta con una especialización en Pedagogía de la misma Universidad. 

Su vida profesional la ha desarrollado como docente en el área rural, primero en la escuela de la vereda El Guadual, anexa a la Institución Educativa Nuestra Señora del Rosario, y luego, en la de Yaguara, perteneciente al colegio Manuel Murillo Toro de Chaparral. Desde que comenzó a trabajar con los niños, ha tenido el propósito de que los pequeños, sus familias y comunidades desarrollen sus planes de vida y que puedan vivir en «un ambiente de paz y tranquilidad» para todos. 

Y, lo ha hecho desde su trabajo veredal, primero como docente en El Guadual, cuando notó que los niños presentaban deficiencias en la lectura y poco interés por el estudio. También se dio cuenta de la separación que existía entre la comunidad y el ejercicio educativo de la escuela; no había interés comunal por la conservación de su entorno y se notaba un deterioro de valores en la comunidad. 


Fue así como inició un proyecto educativo que denominó ‹La Guadua›, en honor a la vereda del mismo nombre, ubicada a 35 kms de Chaparral, en clima cafetero. Con base en un pequeño informativo que Aracely publicaba con recursos propios, buscaba recuperar vínculos de solidaridad y compromiso entre las familias y la escuela, a la vez que trabajaba por despertar el interés por la lectura en los niños y por fortalecer la identidad, costumbres y tradiciones tolimenses. Este periódico hacía parte de los ejercicios didácticos que desarrollaba en el aula. Con él, los niños aprendían a comprender la lectura, sus implicaciones y las aplicaciones en la vereda. Además, los padres también recibían un ejemplar y eran los pequeños quienes les enseñaban a sus padres a utilizarlo.

Cuando la trasladaron a la vereda Yaguara, también empacó su proyecto que parecía muy apropiado para sus nuevas tareas docentes, ya que los problemas son similares, con la diferencia de que Yaguara es una comunidad de ancestros indígenas que ha luchado por años en defensa de su tierra y costumbres.

El informativo lo sigue publicando dos veces al mes y, además de los niños, padres y miembros de la comunidad, también lo reciben el Gobernador y los dirigentes del Cabildo Indígena, así como el Presidente de la Junta de Acción Comunal.

Su tarea, hoy, más que cumplir con una jornada académica, es un modo de vida. Promueve y desarrolla valores con los niños que se puedan proyectar en comportamientos ciudadanos y de sana convivencia en el aula. A la vez, intenta que su labor se extienda al resto de la comunidad y que ellos también se hagan partícipes de este trabajo de formación: “Para mí, esta experiencia ha sido un logro dentro de mi quehacer pedagógico, porque he podido ayudar a crear un ambiente agradable, participativo, de respeto, de amor por lo nuestro y puedo aportar lo que he aprendido, para formar ciudadanos de bien, con valores y principios, para el hoy y para el mañana”.

Sus planes de futuro incluyen la sistematización de esta experiencia para registrar avances y experiencias que se puedan aplicar a otras veredas. Su labor se va a facilitar cuando las tecnologías se incorporen a la vida diaria y escolar. En lo personal, aunque vive en Chaparral, viaja todos los días a la vereda, que queda a 25 kilómetros del casco urbano porque, como Aracely afirma, “quiero el campo y estoy convencida de que, con mi profesión y labor docente, puedo desarrollar una idea en la que creo, con más visión y en un ambiente de paz y tranquilidad”.

Credito
LUZ ÁNGELA CASTAÑO GONZÁLEZ

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