En la ciudad, ha sido constante el debate durante los últimos años sobre el estado de las cuencas hídricas que atraviesan la ciudad, tal y como está dispuesto en el Plan de Saneamiento y Manejos de Vertimientos (Psmv), para los ríos Alvarado, Opia, Combeima y Chipalo.

Desde hace cuatro meses, la comunidad del barrio Tierra Firme y sectores aledaños, han soportado los malos olores que emana la cuenca del ‘Alvarado’, que recibe un profundo daño ambiental en el trayecto de su ronda hídrica.

Los ‘bemoles’ de la contaminación

EL NUEVO DÍA estuvo en el río Alvarado, a la altura del barrio Tierra Firme, donde en conjunto con la comunidad visitó la ronda hídrica para conocer de primera mano qué tanto ha sido el impacto ambiental sobre la misma.

La Fundación Concern Universal ha estado detrás de las denuncias de contaminación, con varios actores de la comunidad realizan diferentes actividades alrededor de la protección del medioambiente.

Juan Saavedra, joven miembro de la fundación, indicó que las actividades buscan incidir positivamente en la comunidad en temas de plantación y cuidado de la ronda hídrica. “A primera vista, nos sentimos afectados porque es una riqueza tener en el barrio cerca a una quebrada y un río, pero de un momento a otro se ven desechos. Uno se siente triste y afectado por la situación”, apuntó.

Aunque se han enviado oficios y en ocasiones se ha atendido la dificultad, desde hace cuatro meses que las aguas servidas del colector continúan cayendo sobre el río.

Johana Lozano, habitante de Tierra Firme, comentó que varios efectos colaterales, producto de la contaminación, empezaron a presentarse dentro de la comunidad. “Hay una epidemia de dengue. También se empezaron a ver roedores y afecta mucho porque entran a las casas. Si hay ratas, hay enfermedades. Además han proliferado las moscas y las cucarachas. Y los olores por la noche, cuando hace viento, nos obliga a ponernos pañuelos mojados con alcohol para mitigar el olor”, refirió.

Y complementó: “Cuando hay temporada de lluvias, el agua corría con mayor intensidad por lo que los olores no eran tan fuertes. Durante las últimas semanas, como ha hecho verano, se merma el agua y empiezan los olores fétidos que, incluso, atraen a los ‘chulos’”.

También reseñó que existe falta de cultura ciudadana en el caso de algunos habitantes. “Como la gente ve el río cerca a sus viviendas, algunos arrojan la basura sobre la ronda hídrica. Es una cadena de circunstancias”, precisó.

Y apuntó: “al hacer la urbanización, varios barrios empezaron a conectar las redes de aguas negras al colector. Cuando fue gestándose el desarrollo, la alcantarilla no dio para más. Vino el Ibal y Cortolima, se cambió algunos tubos hace un tiempo, pero nuevamente se desborda la alcantarilla”.

Apenas el río Alvarado entra en contacto con las aguas servidas, se genera el contraste en el color del afluente, producto del impacto ambiental. Los peces evitan a toda costa llegar a las aguas contaminadas.

Exceso de ‘aguas negras’

Con el crecimiento urbano de la comuna Siete, las redes de alcantarillado fueron llegando a su límite debido al gran número de viviendas que fueron adhiriéndose. Mauricio Montenegro, vicepresidente JAC de Praderas del Norte y miembro de la fundación, expresó que varias actividades se adelantan de la mano de la comunidad.

“Desde la fundación, la perspectiva es el cuidado del medioambiente. Hemos fortalecido el grupo de amigos del agua y del medioambiente. Con ellos hacemos siembra de árboles y charlas sobre la conciencia ambiental. Los líderes de las diferentes juntas de acción comunal estamos unidos porque la problemática nos afecta a todos. Precisamente, teníamos una actividad pero, como la celebración es comunitaria, pensamos si los olores podrían afectar el evento”, explicó.

Y apostilló: “hemos pasados oficios al Ibal, pero no ha pasado nada. De ahí para abajo, los campesinos, las personas que sacan agua del río para el cultivo de arroz, pues están consumiendo las aguas contaminadas de la comuna. El fin de semana, a propósito del Día de las Madres, se harán muchas ollas de río”.

Frente a la solución de la problemática, Rubén Gómez, miembro de la fundación y habitante de la comuna Siete, enfatizó en que las soluciones deben de encaminarse por otro sentido.

“Las cosas que también hemos analizado con la comunidad es que, estos problemas merecen una solución estructural. Agradecemos a los entes competentes que colaboran de una u otra manera por las soluciones provisionales al problema, pero consideramos que se necesitan soluciones de fondo”, expresó.

Y concluyó: “El Ibal como ente responsable debe hacer una revisión general de todas las circunstancias que afectan a los ríos de la ciudad, a mediano y largo plazo, para imposibilitar la contaminación”.

 A lo largo de la ronda hídrica es común encontrar debilitada la infraestructura de alcantarillado, lo que ocasiona importantes fugas.

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