¿Qué esperaría el Tolima de su clase política? (I)

Alberto Bejarano Ávila

Dos verdades palmarias e imposibles de desmentir con pruebas serias son: que el Tolima sufre un atraso histórico tendiente a empeorar y que “la política” es su causa principal. Esta no es una obsesiva fijación crítica o juicio relativo y por tanto discutible; la realidad es que el Tolima se estancó, no por ineptitud o ausencia de cacumen, sino porque el significado y la práctica política cayeron muy bajo y nosotros apenas nos quejamos con poca entonación, mientras que con nuestros actos o indiferencias oxigenamos tal desvergüenza.

Aceptar que la política impulsa el progreso o, mejor, que el nivel del desarrollo indica si la política es legítima o “chiviada”, es aceptar de hecho que el politiqueo ha causado inmenso daño al Tolima. Como entre los defectos de nuestros políticos no está el de ser esos “tontos que se consuelan con el mal de muchos”, entenderán entonces que deben reinventarse para ayudar a que el Tolima renazca en identidad, cultura, unidad, ciencias y saberes única forma de no seguir siendo retaguardia del atraso y sí vanguardia del progreso

Es esperanza y no ingenuidad creer que los políticos pueden y tienen que rectificar para que la política promueva el desarrollo y por ello imaginemos qué esperaría el Tolima de su clase política, Veamos: Que lo electoral no destruya más a la juventud. ¿Por qué es imposible que surjan sucesivas generaciones de líderes orgánicos, inteligentes, democráticos y decididos a labrar el futuro regional?, porque, parafraseo a Rousseau, los jóvenes nacen políticamente buenos y el electoralismo la corrompe. Cuando los jóvenes se vuelven adictos al politiqueo, el Tolima pierde la esperanza que ellos representan.

Que produzcan la simbiosis cualitativa de política y progreso, pues hoy el círculo vicioso del atraso es el mismo de la política. Los vicios y las virtudes sociales nacen de una “fertilización cruzada”, es decir si la politiquería destruye es porque algo anda mal en la sociedad civil, la educación y la economía y a la inversa, si estos sectores no avanzan, la causa es el politiqueo destructor.

Así entonces buen político es quien se acerca a los demás sectores, no solo para pedir votos o pontificar, pues él no es Mesías ni Libro Gordo de Petete, es un eventual aliado para construir colectivamente una integral e innovadora hoja de ruta para el Tolima.

Que imaginen y creen una nueva realidad política que impulse el progreso tolimense. Ellos, saben que hoy “la política” es asunto de apetito personal, que los partidos son alucinaciones que realmente no existen; igual saben que a los grandes mentores del politiqueo nacional no les preocupa el desarrollo tolimense sino sus hegemonías.

“Todo aquello que el hombre ignora, no existe para él, por eso el universo de cada uno se resume al tamaño de su saber”; el axioma de Einstein permite decir que construir otra realidad política es sencillo, bastarían políticos disruptivos capaces de reconstruir el sentido de lo político e invitar a los tolimenses a pensar y realizar las grandes tareas del desarrollo. Continúa.

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