¿Cómo fomentar el turismo sin corregir las fallas que se enfrentan?

Carmen Inés Cruz Betancourt

La versión 37 del Festival Nacional de la Música Colombiana, que acaba de concluir, fue muy exitosa. Celebramos que perdure, crezca y logre gran reconocimiento a nivel nacional a pesar de las limitaciones para sacarlo adelante, no obstante el respaldo de entidades gubernamentales del orden nacional, regional y local y el apoyo de organizaciones ciudadanas y algunas empresas comerciales.
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Por ello los tolimenses debemos reconocimiento especial a su Directora la señora Doris Morera de Castro y al pequeño equipo que la apoya.

Además de destacar el éxito del Festival es imperativo mencionar algunos lunares, NO del evento sino de los escenarios, porque constituyen fallas que amenazan el éxito de éste y otros certámenes que realizan en la ciudad, y es imperativo que se corrijan. 

En particular me refiero a lo observado en el Centro de Convenciones de la Gobernación, con ocasión del gran concierto inaugural del Festival. Se trata de las baterías sanitarias del lugar, una con aviso que decía “fuera de servicio” y la otra sin agua y absolutamente sucia y maloliente; todo ello sin importar que debían prestar servicio a un auditorio colmado con cerca de mil  personas, entre locales, turistas y artistas. Con razón quienes ingresaban allí, salían desconcertados diciendo que la Secretaría de Salud debería haber clausurado esos baños. !!Qué bochorno!! 

¿Cómo puede suceder eso en la misma Gobernación?  Y no es un hecho reciente, es de larga data. Y, como si fuera poco, al día siguiente se conoció que robaron costosos equipos al famoso y múltiple veces premiado grupo ´Puerto Candelaria´ y a la productora local REC Televisión,  los dos hechos en el mismo recinto del Centro de Convenciones.

Se agrega la falta que hace la Concha Acústica,  por varios años inservible a pesar de los múltiples anuncios sobre su recuperación, igual que el mantenimiento del Parque Centenario que la alberga. ¿Cómo entonces se espera promover el desarrollo de eventos de diverso tipo, y particularmente los musicales,  con escenarios en estado tan precario? Y sin contar con medidas de seguridad que ofrezcan el mínimo de confianza a visitantes y residentes? En esos términos, ¿no es una inconsistencia insistir en que el turismo puede ser el sector de la economía que subsane el agudo decrecimiento que sufren otros sectores? 

Y no hace falta elaborar sobre el drama que implica para los deportistas la destrucción de sus escenarios, que llevan más de  ocho años sin que se vea su recuperación, a pesar de los importantes montos aplicados y los múltiples discursos pronunciados sobre los avances alcanzados, que las veedurías controvierten con datos duros. 

En suma, conocemos muy bien las múltiples ventajas comparativas que ofrecen Ibagué y el Tolima para desarrollar turismo de naturaleza, cultural, deportivo, académico, científico, empresarial y de otro tipo pero, definitivamente no podremos ser competitivos por el deficiente estado de sus escenarios, de sus parques, andenes, calles y vías secundarias y terciarias, además de exhibir una vía principal atiborrada de vendedores ambulantes, cual plaza de mercado, donde se dificulta la circulación de peatones. Todas estas fallas, y otras muy conocidas que no relaciono aquí, constituyen debilidades severas a la hora de fomentar el turismo, que además deberá prevenir los efectos negativos que pueden derivarse de esa actividad si no se controla en la forma debida.  Así lo deben entender quienes tienen la responsabilidad de resolver tales carencias, pero parece que aún no lo tienen claro.

 

 

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CARMEN INÉS CRUZ

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