La periodista candidata

Columnista Invitado

Como decía la protagonista de esta columna hace más de una década, al final del noticiero del canal más uribista: ¡La cosa política se mueve!
PUBLICIDAD

Y es que como van las cosas, lo que empezó como un mal chiste poco a poco se va convirtiendo en realidad. El ascenso de Vicky Dávila como candidata presidencial de la extrema derecha colombiana, inesperado para algunos, entre los que no me cuento, ya es un sonoro secreto.

Tan sonoro como los aplausos que recibió el discurso de más de media hora que la periodista candidata leyó, en el reciente congreso de ASOBANCARIA, el gremio de los banqueros como lo son sus patrones los Gilinski, dueños de Semana. “No podemos sucumbir ante el terrorismo político del gobierno Petro” dijo con la irresponsabilidad que le conocemos, la actual directora del Fox News criollo quien por supuesto, también habló de defender la verdad y la libertad de prensa “aunque nos cueste la vida” con una pretendida autoridad moral que envidiaría el mismísimo Julian Assange.

Pero no nos llamemos a engaños, la “sobrina política de Cielo Gnecco, tiene todo para que su candidatura a la presidencia despegue en estos tiempos de redes sociales y de posverdad. Como Trump y el propio Milei, cuyas candidaturas alguna vez también fueron un chiste, Vicky es vulgar, superficial, estridente y delirante. Además, la autora de la famosa frase: “Uy, jueputa, ¿Sanclemente sí sabía?”, ha mostrado de sobra a lo largo de su carrera “periodística” que es obediente a los poderes reales de este país.

La auténtica defensa de la verdad, la democracia y la institucionalidad no puede venir de figuras como Vicky Dávila sino de una ciudadanía responsable al momento de votar. Esa ciudadanía en lugar de elegir con los hígados debe tener claro como afirma Chomsky, a quien una “fake” mató hace unos días: que el verdadero propósito de los medios de comunicación de masas no es informar sobre lo que sucede sino dar forma a la opinión pública.

Esa misma ciudadanía debe tener claro que los periodistas de esos grandes medios no son románticos luchadores por la verdad, ya que tiene su ideología; están insertos en relaciones de poder y saben que sus posibilidades de ascenso dependen de su compromiso con la defensa de los intereses de sus poderosos empleadores.

 

Alexander Arciniegas

Comentarios