Los símbolos importan y mucho

La historia debe ser contada desde el lugar de todas aquellas personas que fueron perseguidas, humilladas o asesinadas por su ideas políticas o su posicion social, por enfrentarse al miedo, por atreverse a denunciar la corrupcion del poder.

El ejercicio de recordar debe ser una oportunidad para afianzar los valores democráticos, de libertad y de justicia social que fundan nuestro proyecto de país. Por tanto, todo los discursos o símbolos que en nombre de la memoria, promuevan valores contrarios a los que queremos en nuestra sociedad, deben denunciarse con fuerza y vigor.

La manera de contar el pasado siempre está en disputa, teniendo en cuenta las interpretaciones que cada quién haga de él. El ejercicio de recordar no es un acto desprovisto de impactos políticos y psicológicos en la vida de un país; por el contrario, es una práctica política en la que posicionamos determinadas narrativas y voluntariamente entendemos quienes éramos y buscamos transformar las condiciones que hicieron posible hechos, que no queremos repetir.

En el marco de los hechos violentos sufridos en Colombia a partir de la época del terrorismo, la narrativa que debemos posicionar es la de las víctimas, las de los valores de justicia y honestidad que se sostuvieron inquebrantables frente a la fuerza de la violencia y la corrupción, la de hombres y mujeres que en su cotidianidad se resistieron al dinero fácil y a la intimidación. Contar nuestra historia desde otro lugar, desde la posición de los victimarios, solo la convertirá en una celebración de conductas y valores que buscamos dejar atrás.


Me pregunto cuál es la historia que cuenta la hacienda Nápoles. Actualmente, este predio, que hasta 1993 pertenecía a la familia Escobar, se ha convertido en un parque temático con hotel, que ofrece planes de puente, noche de bodas y luna de miel. A partir de 2007 fue otorgado por el Gobierno nacional en concesión, al operador Ayuda Técnica y de Servicios S.A., que lo ofrece como una atracción turística a nacionales y extranjeros. Otros paseos turísticos incluyen conocer la primera avioneta y una motocicleta de propiedad de Pablo Escobar, así como la visita a los lugares donde vivió, a la casa donde fue asesinado a tiros por la Policía y a su tumba.


La hacienda Nápoles, de esta manera, se convierte en símbolo de un victimario generando un daño psicológico enorme en la sociedad colombiana, quien al encontrar discursos que buscan generar empatía con un delincuente, se siente en peligro y bajo el riesgo de extender sobre las víctimas un manto de duda por lo que hicieron, por lo que pensaron o por lo que dejaron de hacer.


El pasado no puede ser contado a través de símbolos de victimarios. La historia debe ser contada desde el lugar de todas aquellas personas que fueron perseguidas, humilladas o asesinadas por su ideas políticas o su posicion social, por enfrentarse al miedo, por atreverse a denunciar la corrupcion del poder. De lo contrario conductas como la violencia y la ilicitud habrán triunfado.


Es necesario recordar desde la posición de las víctimas, para decir a los violentos que sus ideas fracasaron, que sus conductas son despreciadas  por los colombianos y que nuestro proyecto de país sigue vigente ahora con la fuerza, de haberlos sobrevivido.

*Senador

Credito
JUAN MANUEL GALÁN *

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