Por la salud pública

El debate sobre una reforma a la salud comenzó en el Congreso. Nos preguntamos: ¿en qué consiste la salud como derecho fundamental para un país en conflicto armado interno? Fue la institución rectora de la política pública, el Ministerio de Salud, quien reconoció que para las víctimas del conflicto, este derecho va más allá de curar sus dolencias físicas o trastornos mentales.

El debate sobre una reforma a la salud comenzó en el Congreso. Nos preguntamos: ¿en qué consiste la salud como derecho fundamental para un país en conflicto armado interno? Fue la institución rectora de la política pública, el Ministerio de Salud, quien reconoció que para las víctimas del conflicto, este derecho va más allá de curar sus dolencias físicas o trastornos mentales. 

El derecho a la salud debe incorporar la salud psicosocial para atender no solamente los padecimientos del individuo sino también restablecer las condiciones que permiten su dignificación y la recuperación de los daños causados por la violencia en su entorno individual, familiar y comunitario.

Vemos entonces que la salud dejaría de centrarse en la enfermedad o el sufrimiento y empezaría a incentivar la erosionada salud pública; por lo que la promoción y prevención ocupan un lugar prioritario, tan visible como el de tratamiento y rehabilitación. 

No se trata entonces, de definir el derecho a la salud en el número de hospitales en el país o en la cantidad de médicos y enfermeras disponibles; el derecho a la salud se redefine en la necesidad de garantizar mecanismos de prevención que promuevan saneamiento básico, estilos de vida saludables y autocuidado.

Algunos por ejemplo, le han diagnosticado a los citadinos una neurosis colectiva debido a las circunstancias que padecen en la gran ciudad: la inseguridad, la invasión del espacio público, el caótico transporte, la contaminación del aire, el ruido y en general un entorno amenazante que nos mantiene en una condición vulnerable. Valdría la pena medir el efecto de estos fenómenos en la salud, estudiar los niveles de estrés y cargas emocionales que experimenta cotidianamente cualquier colombiano, y que en las últimas investigaciones científicas se relacionan con las causas de la incidencia del cáncer. 

Ante todo, vale la pena fijar prioridades en las políticas locales, regionales y nacionales de saneamiento básico. Sin agua potable para todos será imposible garantizar salud pública en Colombia.

Credito
JUAN MANUEL GALÁN P. Senador de la República

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