Cajamarca y Chaparral

La fiesta popular tiene entre sus objetivos integrar, compartir, recrear y conservar tradiciones, entre ellas la armonía con la naturaleza.

Nada que ver con  la prostitución de la cultura y la polarización de la comunidad que trabaja Anglogold en Cajamarca, metiendo la mano en celebraciones que solo corresponde a su gente. Esta intromisión es una clara demostración de la ausencia de administración municipal con sentido de pertenencia y visión de futuro y por la presencia de una parte de la comunidad que apoya la destrucción de su futuro, a cambio de una limosna envenenada que le entregan con el cuento de apoyar el desarrollo regional, desarrollo imposible de lograr envenenando el agua, destruyendo el medio ambiente  y atentando contra la vida.

¿Qué puede aportar a la identidad cultural de una comunidad una empresa extranjera del todo vale por el oro? ¿Habrá quien se coma el cuento que con destrucción del tejido social y la polarización de la comunidad se fortalece el sentido de pertenencia? Atentando contra nuestra cultura quieren aparecer como sus benefactores. Y lo pueden hacer con la tranquilidad que les brindan autoridades que no valoran la cultura y los vividores de la cultura que le tiran el petate a quien sea y por lo que sea. Como para recordar al amigo que le gustaba hablar sobre la importancia de predicar sobre la virginidad en los prostíbulos.

No hay que olvidar que Cajamarca constituye una de las despensas agrícolas de Tolima y que el tesoro de estas tierras también está en el medio ambiente. Y cuando en todas las latitudes se trabaja por la conservación de los bosques, ríos y humedales, aquí de la mano de Anglogold, se  trabaja por destruirlos.  

Y hablando del sentido de pertenencia vale la pena la lectura del libro “Chaparral de los grandes”, del Médico Veterinario y Poeta Luis Enrique Perdomo quien hace un recorrido por las bellezas naturales de su pueblo, las características de sus gentes y parte de la historia de Chaparral. De agradable lectura y con muy buenos textos sobre la violencia silenciosa, la violencia de mi pueblo y un interesante ensayo sobre los desplazados. Son páginas de amor por la tierra nativa y una especie de tratado sobre lo que es el sentido de pertenencia, algo que les hace falta a muchos habitantes de Cajamarca.

Credito
HECTOR GALEANO ARBELÁEZ

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