No más ataques a las empresas

Jaime Eduardo Reyes

La encuesta que realizó Confecámaras muestra que, de seguir los bloqueos y el vandalismo, el 35,1% de las empresas cerrarán parcialmente, el 32,5% reducirán los costos para continuar la operación, el 20,2% reducirá su personal, y el 12,2% cerrará.
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¿Al final cómo se traducirá esta situación? La respuesta no es otra que con mayor desempleo. Un total contrasentido con uno de los sustentos de la protesta social, al fin y al cabo, es en las empresas donde los jóvenes pueden conseguir empleos.

Una verdad de a puño es que si ocurre el escenario de la encuesta todos saldremos afectados. 

El llamado que quedó claro en el acto cívico convocado el pasado jueves por el sector productivo y empresarial en la calle 60 de Ibagué, fue el deseo de los empresarios de seguir produciendo. También se sintió el respaldo y la solidaridad que los ibaguereños les brindan. La última encuesta de Invamer indica que el sector productivo es una de las instituciones con mayor favorabilidad. 

La pandemia las afectó significativamente, muchas personas se quedaron sin empleo, muchos empresarios tuvieron que liquidar sus empresas. Quienes habían logrado seguir adelante, sin aún superar la crisis que trajo las medidas contra la Covid-19, se han encontrado con una situación que podría llevarlos a la quiebra. Muchas empresas ya han tenido que disminuir su operación o suspenderla.

Consecuente con esto es vital que rechacemos todas aquellas acciones que atentan contra la empresa y que le exijamos al gobierno un apoyo real y concreto.

Es inobjetable que para salir de la crisis que vive nuestra ciudad se debe apoyar a las empresas, primero porque muchas familias logran sus ingresos vía los empleos privados, y segundo porque estas son las que crean riqueza y contratan trabajadores, pagan impuestos para que el estado pueda hacer obras y financien el gasto social.

En Ibagué, la mayoría de las empresas son micro, de iniciativa familiar, altamente sensibles a factores adversos. Lo que hoy están viviendo, en medio de los bloqueos y el vandalismo, afecta directamente a los hogares. Quienes apoyan dichos comportamientos no le están haciendo un favor a la ciudad, ni a su futuro. El silencio de algunos sectores políticos tampoco ayuda.

El mundo rural no se escapa de esta situación, la economía campesina y las empresas agroempresariales también están siendo afectadas. Las noticias de las pérdidas que están sufriendo los campesinos así lo muestran. Un ejemplo concreto es lo que viven actualmente los cafeteros al no poder aprovechar los altos precios internacionales del café.

Así como se afecta el empleo, también incrementa la pobreza y la desigualdad. Estas actuaciones se están sumando a las tradicionales fallas del estado y los mercados. Aquí también hay un contrasentido.

La capacidad de resistir de los empresarios está en su ADN, nuestros empresarios han dado muestra de ser altamente resilientes, han superado muchas crisis y malos gobiernos, sin embargo, tanto va el cántaro al agua que al final se rompe.

JAIME EDUARDO REYES

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