El cambio que no fue

Jaime Eduardo Reyes

Gustavo Petro fue elegido presidente bajo las banderas del cambio. Durante la elección presidencial de 2022 la mayoría de los colombianos querían un cambio, la votación por Petro y el Ingeniero así lo demostró.
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El deseo del cambio no sólo se expresó en la votación presidencial, unos pocos meses atrás en la elección para el legislativo ya se había conformado un Congreso que mostraba el cansancio en los partidos históricos y de aquellos que habían sido creados en los últimos periodos presidenciales.

Escuchando a Roy Barreras y a Armando Benedetti, el Presidente junto a su propia bancada con los partidos liberal, la U, y el Conservador en una gran coalición de gobierno que le daría gobernabilidad.

No pasó mucho tiempo para que él mismo acabará la gran coalición mermando su gobernabilidad en el Congreso. El cambio implica más democracia, más concertación y consensos. Sacar adelante las transformaciones de forma democrática necesita del legislativo y la validación de las cortes, lo demás es inconstitucional.

El cambio implica modificar las relaciones entre el gobierno y el Congreso, pasar de la mermelada burocrática y presupuestal, tan criticadas por el senador Petro, a unas relaciones consensuadas y promotoras del fortalecimiento institucional. En lugar de esto lo que hoy se tiene son las noticias de sobornos a algunos congresistas mediante el pago de sus votos en las aprobaciones de reformas con fajos de 50 y 100 millones de pesos.

El cambio prometido implica enfrentar la corrupción, en todas las encuestas los electores esperaban que un gobierno integrado por quienes se autoproclaman como heraldos en la lucha contra la corrupción hicieran las cosas de forma diferente. Durante todos estos meses no han faltado noticias de como el círculo familiar y más cercano al presidente han incurrido en presuntos hechos de corrupción. Este flagelo está más presente que nunca.

El cambio establece que al gobierno deberían llegar funcionarios capaces y especializados, profesionales técnicos que aterrizaran las ideas y discursos en programas y proyectos concretos para mejorar la calidad de vida de los colombianos. 

En lugar de esto lo que hoy se tienen son muchos activistas políticos en cargos de responsabilidad pública que priorizan sus concepciones ideológicas sobre el conocimiento técnico bajo el supuesto de que éste es malo por sí mismo, funcionarios que no han sido capaces de ejecutar los presupuestos públicos.

El cambio prometía mejores condiciones económicas para el pueblo, más empleos, mayor crecimiento económico, menos pobreza y desigualdad. Esas condiciones aún no llegan porque desde el principio se desconoció el rol multiplicador del sector privado y como van las cosas no llegarán porque la inversión pública también está frenada.

El cambio implica la participación de los jóvenes en la toma de decisiones, eso se limitó a los beneficios para la primera línea.

La historia recordará a Petro como aquel político de izquierda que tuvo todo para lograr democráticamente el cambio y no lo logró, se le recordará por el cambio que pudo ser y nunca fue. 

 

JAIME EDUARDO REYES

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