Vidas paralelas

Juan Carlos Aguiar

La rueda de prensa fue citada por orden del propio director de la Dijin —Policía Judicial de Colombia—, general Oscar Naranjo. Frente a los periodistas, visiblemente consternado, el oficial entregó unas declaraciones que sorprendieron al país y en minutos hicieron eco en las principales agencias de noticias del mundo: el menor de sus seis hermanos había sido detenido en Alemania por narcotráfico.
PUBLICIDAD

Poco a poco, durante esos días de mayo de 2006, se conocieron más detalles. Juan David Naranjo Trujillo fue capturado en Colonia, en el occidente alemán, cuando entregaba 35 kilos de cocaína a dos policías que trabajaban encubiertos en una investigación de gran calado. Aunque las propias autoridades alemanas pidieron al General guardar silencio, mientras avanzaba la investigación, él decidió contar este episodio. “Motivado por mis convicciones y responsabilidad frente al país, he decidido hacer pública la información sobre su detención”, dijo Oscar Naranjo a los reporteros. La explicación de sus razones para enfrentar ese hecho de manera abierta no podía ser más clara. Aseguró Naranjo que “aunque se trata de una tragedia familiar, siento la necesidad ética, moral y profesional de contarle al país la pesadilla que estoy viviendo”. El hermano del General, la oveja negra de esta familia de tradición policial, fue condenado y estuvo detenido un poco más de cuatro años, mientras Oscar Naranjo seguía con el ascenso de su carrera hasta llegar a ser Vicepresidente de Colombia. No era para menos, las responsabilidades penales son individuales y no son una herencia de familia. Nueve años antes, en 1997, otra oveja negra, de otra familia colombiana, también caía en desgracia. En aquel entonces la DEA —agencia antidrogas estadounidense— capturó en Miami a Bernardo Ramírez Blanco, tras la denuncia de dos mulas de heroína que lo relacionaban con el delito de narcotráfico. El hombre, hermano menor de Marta Lucía Ramírez, exitosa profesional colombiana, también fue condenado y purgó, al igual que el menor de los Naranjo, un poco mas de cuatro años de prisión. Mientras él estaba en la cárcel, su hermana Marta Lucía seguía su ascenso en el poder colombiano, posesionándose poco después de este episodio como ministra de Comercio Exterior, luego de Defensa, posteriormente Senadora de la República, hasta llegar a ser candidata presidencial. Ella se convirtió en la primera mujer en ocupar la Vicepresidencia de Colombia, cargo que hoy ostenta. Las de Naranjo y Ramírez son como historias similares contadas por diferente libretista. Él estuvo bajo las órdenes de ella cuando fue ministra de Defensa y ambos hicieron parte del gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Los dos se han caracterizado por su fuerte lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Hoy, la diferencia abismal que se extiende entre los dos es la manera como enfrentaron públicamente el delito de un hermano. Naranjo decidió contarlo al país y Ramírez informarlo a sus superiores. En una nación como Colombia, tan golpeada por la violencia y la criminalidad, es un deber ético y moral de nuestros líderes, informar a la opinión pública sobre hechos que puedan enturbiar sus buenas trayectorias. Solo así tendrán total autoridad moral para seguir siendo faros de la transparencia, requisito fundamental para ejercer el buen gobierno. Solo el tiempo dirá cuál de los dos tuvo el mejor manejo de estas historias que, por algunas circunstancias, parecen vidas paralelas. Valga aclarar que tanto Naranjo como Ramírez, han sido cuestionados por diversas razones a lo largo de sus carreras públicas.

JUAN CARLOS AGUIAR

Comentarios