El Tolima se hizo sentir

No puede haber mayor motivo para el orgullo de un pueblo que ver cómo se sobreponen sus integrantes a las diferencias de sexo, de raza, de credos y de condición social para salirle al paso a una agresión que los afecta a todos.

Eso hizo el Tolima el pasado viernes, 14 de octubre, ante la pretensión del gobierno de Juan Manuel Santos de autorizarles a las transnacionales mineras, especialmente a AngloGold Ashanti, la explotación de los yacimientos auríferos ubicados en nuestras reservas forestales y cuencas hidrográficas, sin importar que con ello se afecte de manera irreversible el ecosistema de municipios tan importantes como Ibagué, Cajamarca, Espinal, Guamo y Saldaña.

Cuántos fuimos los marchantes en esta tan importante jornada es cosa de la que aún se hacen cálculos. Lo cierto es que se desbordaron todas las expectativas y que con nuestra multitudinaria presencia en las calles quedó expresa constancia del rechazo ciudadano al malhadado propósito de echar a andar la megaminería en la región y de la férrea voluntad que nos asiste para impedirlo.

Esta marcha nos llena de optimismo a quienes esperamos con ansia ese hermoso día en que nuestro pueblo reconozca que entre él y el gran capital no pueden existir intereses comunes, pues mientras los dueños del gran capital solo se preocupan por acrecentarlo sin límites, nuestro pueblo comienza a ver clara la tarea de empujar las agujas de su tiempo hacia horizontes donde el hombre sea el verdadero amo y señor de lo existente, y el capital, mientras exista, un mero instrumento para lograrlo.

Solo resta esperar los efectos de la movilización. Si con ella el Gobierno nacional no quedó convencido de la alta tasa de popularidad que puede poner en juego al desoírla y se empeña en seguir adelante con su locomotora minera, a través de la cual solo incrementa las cada vez más notorias evidencias de ser el representante de intereses foráneos y sus socios nacionales, habrá necesidad de programar acciones de más profundo significado, incluida la preparación de un gran paro cívico con la participación de todas las fuerzas vivas de la ciudad y del departamento.

Ojalá que no tengamos que llegar a tanto; pero si tal circunstancia se da, es compromiso de honor de los funcionarios, diputados y concejales del Polo Democrático Alternativo que salgamos elegidos el próximo 30 de octubre el estar siempre dispuestos y en actitud de apoyo a iniciativas como ésta, pues entendemos claramente que el compromiso de nuestro Partido trasciende lo electoral.

Así lo impone nuestro Ideario de Unidad, pero también la dramática disyuntiva planteada por los marchantes: ¡O la mina, o la vida!

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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