La segunda vuelta

Conocidos los resultados electorales del pasado domingo, el triunfo de Óscar Iván Zuluaga no da para que quienes queremos la paz estemos sintiendo ya el peso definitivo de la derrota. Igual daría si Juan Manuel Santos hubiese sido el triunfador, pues él no es ningún pacifista, por más que nos haya mantenido entretenidos con los diálogos de La Habana, los cuales bien habrían podido terminar ya en un acuerdo si el Presidente hubiera asumido con menos tacañería las reivindicaciones que allí se discuten.

Son aspectos sobre los cuales debemos meditar, ahora que los medios oligárquicos comenzarán a atosigarnos con la falsa disyuntiva Santos-Zuluaga como sinónimo del verdadero dilema que hay entre la guerra y la paz. El único gobierno que podría garantizarnos la paz es el que se inspire en las querencias de los trabajadores, que parten de la paz, como debe ser, y se orientan a las transformaciones que harán posible un mejor vivir.

En este momento, valdría la pena dedicar algunos análisis a las posibilidades del voto en blanco. No olvidemos que el voto en blanco tiene un valor sobresaliente cuando quiera que no haya candidatos que representen los intereses populares. Siendo ese el caso del momento presente, un voto en blanco que sobrepase la sumatoria de la votación alcanzada por Santos y Zuluaga haría que tuvieran que repetirse las elecciones, sin que ninguno de ellos pudiera presentar de nuevo su candidatura.

Habrá quienes piensen que esta opción no tiene sentido. Pues sí la tiene, como puede deducirse de los resultados electorales. Por el candidato Óscar Iván Zuluaga solo votó el 11.4 por ciento del potencial electoral, y por Juan Manuel Santos, el 10 por ciento. Si para garantizarle al voto en blanco toda su significación se unieran quienes así votaron con los electores de Clara López y Enrique Peñalosa, además de quienes intencionalmente anularon su voto o no marcaron el tarjetón, tal sumatoria alcanzaría el 12.61 por ciento de votantes, lo cual pondría en menos de un 15 por ciento la tarea que adicionalmente habría que cumplir para hacer repetir las elecciones sin la incómoda presencia de Santos y Zuluaga.

La otra alternativa sería lograr arrancarle al candidato Presidente el compromiso público de respaldar algunos aspectos de la plataforma de Clara López, como por ejemplo la derogatoria de la Ley 100 o la marcha atrás de la locomotora minera, para garantizarle a cambio trabajar el millón 958 mil votos de Clara en procura de cerrar el paso a la extrema derecha representada en Zuluaga.

Estas serían alternativas que, de ser respaldadas unitariamente, conducirían a que el voto popular se exprese de manera verdaderamente útil.

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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