Solidaridad y ternura

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Hay frases que, además de bellas, contienen una poderosa verdad. Gioconda Belli escribió una cuyo contenido, además de veraz y bello, encierra un alto humanismo. Dijo la escritora nicaragüense que “la solidaridad es la ternura de los pueblos”.

No puede ser de otra manera. La solidaridad solo puede ofrecerse sin cálculo, desinteresadamente, pero con el deseo de que al darla se alivie en algo el malestar de personas a quienes tal vez no conocemos, pero con las que simpatizamos porque tienen problemas de igual origen al de los problemas de la mayoría de los mortales.

En el debate a Álvaro Uribe Vélez, este expresidente de la República, olvidando la majestad que por tal condición debe imprimirle a sus actos, en lugar de dar respuesta a los múltiples indicios presentados contra él por el senador Iván Cepeda sobre sus relaciones con reconocidos personajes de la parapolítica, el paramilitarismo y el narcotráfico, optó por esconder la cabeza bajo tierra mientras lanzaba veneno a diestra y siniestra sin importar a quienes afectaba y hasta dónde podría agravar su situación personal con tal desmadre.

Los primeros en expresar su rechazo fueron el propio Gobierno a través de su ministro del Interior y algunos voceros de bancadas que, sin ser uribistas, no eran hasta entonces propiamente hostiles al ex Mandatario. A los medios de televisión Canal Capital y Telesur les cayó el mismo estiércol, pero agravado con la peligrosa sindicación de ser servidores del terrorismo.

Semejante acto lesiona no solo a los canales mencionados, que pueden verse afectadas en su teleaudiencia, sino también a sus trabajadores, que quedan expuestos a injustas retaliaciones de parte de seguidores fanáticos del caudillo, incapaces de deslindar campos entre los delirios de su jefe y la realidad de sus personales intenciones, y de otros matones a sueldo que solo esperan una señal monetaria para atacar.

Detrás de estas acusaciones hay un inocultable deseo de ir creándole un ambiente de incredulidad a los medios que, como los mencionados, no piensan como el malcriado ex Presidente. Es como si continuara en los deseos de perpetuar un pensamiento único de cuyas fuentes informativas solo fueran él y sus obdulios, sin importar el sacrificio que hubiera que hacer de lo poco que queda del derecho a una información veraz y oportuna.

Los canales Capital y Telesur requieren nuestra solidaridad. Es la solidaridad basada en la coincidencia entre los objetivos de estos medios de dar información alternativa a los remedos de información de los grandes medios y la necesidad de nuestros pueblos de poderla recibir.

Es la solidaridad que expresa nuestra ternura y nuestra defensa del derecho a una información veraz.

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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