El frente amplio y la suspensión de los diálogos

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Desde siempre, el pueblo colombiano ha querido forjar una opción de poder capaz de lograr cambios profundos en la conducción del país. Recientemente, lo ha intentado con la Unión Nacional de Oposición, el Frente Democrático, la Unión Patriótica, el Polo Democrático Alternativo, en fin, con diversas alianzas, que finalmente condujeron a frustraciones tan grandes como las esperanzas que les dieron vida.

No es del caso señalar la causa de esos resultados, pero tampoco olvidar el efecto dañino del sectarismo y la actitud criminal de alguna parte de las castas oligárquicas que, para defender su poder, no tuvieron reserva alguna que les impidiera sembrar de violencia la geografía nacional.

Esas mismas castas, a cuya cabeza está un innombrable expresidente que hoy funge como senador, han hecho de la guerra un factor que les permite hacerse al fabuloso negocio de las armas y el avituallamiento militar y seguir consumando su histórico procedimiento de acumulación de tierras mediante el despojo. Son las mismas que sometieron a su poder a un medroso Juan Manuel Santos, haciéndole suspender los diálogos de La Habana por el supuesto secuestro de un general y dos soldados que, muy seguramente, estaban en retiros espirituales en algún convento de las Hermanitas Descalzas.

¿Quienes aplauden la suspensión de los diálogos sabrán que se convino adelantarlos en medio del fuego, pese a que la insurgencia ha sido insistente en demandar su cese bilateral?

Por fortuna, hoy estamos asistiendo a un nuevo propósito de unidad que parece contar con mejores posibilidades de desarrollo, pues ha logrado aglutinar vertientes tan sólidas como Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos, Unión Patriótica, sectores del Polo Democrático Alternativo, en fin, organizaciones que de alguna manera han estado al frente de las movilizaciones sociales y que han defendido los diálogos de La Habana, la concreción de lo que allí se acuerde y de todo lo que sea necesario para la conquista de muchos otros cambios que se hacen necesarios para que la paz que se logre sea estable y duradera.

Y claro que sumado a ello hay la voluntad de cambio que nace de la necesidad de ponerle fin a esa larga historia de inequidades que ha puesto en condiciones de indigencia a la tercera parte de la población y llevado a nuestro país al tercer lugar entre los más desiguales del planeta.

Para esta nueva coalición de fuerzas –el Frente Amplio por la Paz, la Democracia y la Justicia Social- se convertirá en prioridad la lucha por hacer que el Gobierno vuelva a la mesa de La Habana, y para ello la veremos apoyarse en la movilización social.

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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