El verdadero Goliat

El domingo pasado, Semana.com, publicó un artículo titulado David vs. Goliat, en el que comparaba este famoso pasaje bíblico con la lucha que se libraría ese día entre los campesinos agricultores de Piedras - Tolima, y la multinacional Anglogold Ashanti en la que, mediante una consulta popular, los habitantes de este municipio decidirían si permitían o no la realización de actividades mineras.

El domingo pasado, Semana.com, publicó un artículo titulado David vs. Goliat, en el que comparaba este famoso pasaje bíblico con la lucha que se libraría ese día entre los campesinos agricultores de Piedras - Tolima, y la multinacional Anglogold Ashanti en la que, mediante una consulta popular, los habitantes de este municipio decidirían si permitían o no la realización de actividades mineras en su jurisdicción. 

Los resultados ya son ampliamente conocidos. Una categórica votación por el NO dejó por sentado la posición de la inmensa mayoría de los piedrunos de rechazar la megaminería o cualquier otro tipo de proyecto que atente contra el agua, la vocación agrícola, la biodiversidad, y la salud y bienestar de todos sus habitantes.

Sin embargo, este resultado es apenas un aliciente para la lucha que hay que librar. Que nadie piense que ya David venció a Goliat. Incluso creo que este último ni siquiera está representado en la multinacional minera del León Sudafricano; más bien, creo que ese soldado gigante que desafiaba a los ejércitos de Dios hoy en día se encarna es en un gobierno nacional irresponsable y déspota, que cada día hace su mayor esfuerzo por avasallar la voluntad de su propio pueblo. No sé si soy exagerado, o quizá injusto, pero siento una inmensa indignación cuando veo que desde la Presidencia de la República y otras entidades, a pesar de las múltiples demostraciones de rechazo del pueblo tolimense al proyecto La Colosa, se empeñan en armar todo un andamiaje legal con el fin de bloquear cualquier resistencia que desde nuestro territorio se ponga a la feroz amenaza de la megaminería a cielo abierto en las montañas de Cajamarca.

Primero, fue un decreto del Ministerio de Minas y Energía que prohibió a los concejos municipales y las asambleas departamentales establecer zonas del territorio excluidas de la minería, y le reservo ese derecho única y exclusivamente al Ministerio de Ambiente y a la autoridad minera.

Después, vino la reciente expedición de la resolución de la Agencia Nacional de Minería, en la que se declara el proyecto La Colosa como de “interés nacional”, pretendiendo anular cualquier acto administrativo local o regional que impida su avance, so pretexto de que el aprovechamiento de los recursos del subsuelo es de todos los colombianos. Pero la tapa definitivamente la pone la Procuraduría General, que en una clara demostración de manguala con el Gobierno central y en contravía de la supuesta defensa de los derechos fundamentales que debería hacer el Ministerio Público, fustigó el llamado a la consulta popular del municipio de Piedras, advirtiendo que el Alcalde podría estar incurriendo en una extralimitación de funciones.

No obstante, a pesar de lo robusta que hoy parezca la arrolladora locomotora minera, es claro que Colombia aún está en pañales para desarrollar cabalmente esta industria. Basta con analizar el panorama contradictorio que hoy se presenta, en donde por un lado todos los colombianos somos dueños del subsuelo y es el Gobierno nacional quien decide su utilidad, pero, por otro, tan solo a los tolimenses nos pertenece el suelo, y ese suelo, por lo menos el de Piedras, quedó protegido por la voluntad popular, que el pasado domingo dijo en las urnas SÍ a la Vida, No a la Mina. Ojalá muy pronto los tolimenses podamos, a través de una histórica consulta popular departamental, dar un NO definitivo al avance de este proyecto; propinando una certera pedrada en la frente a Goliat y haciéndole entender, de una vez por todas, que nuestra soberanía está por encima del entramado legal y los intereses pendencieros de quienes pretenden cambiarnos el agua y la vida, por simples pedazos de oro.

Credito
CESAR PICÓN

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