La paz, lo fundamental

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El incendio político que hoy se vive en el país por culpa de los interminables insultos y acusaciones que se cruzan entre los candidatos a la Presidencia de la República, han llevado a la ciudadanía a centrar su atención más en lo trivial que en lo fundamental.

Lamentablemente en estos días la prioridad parece ser establecer la certeza sobre las acusaciones sin pruebas sobre la entrada de millones de dólares a una campaña, o las interceptaciones ilegales a miembros del gobierno y del equipo negociador de La Habana, que identificar las posiciones de los candidatos frente a los tantos asuntos complejos que coexisten en nuestro país, y las estrategias que tienen para abordarlos.

Realmente son muchos los problemas que merecerían tocarse a la hora de hablar sobre lo fundamental para el país, sin embargo, quiero enfatizar en el que a mi juicio puede ser el de mayor relevancia, no solo por el giro inesperado que está tomando, sino por el trascendental significado que tiene para el futuro del país: el proceso de paz.

Hasta hace poco las conversaciones de La Habana parecían un cuento de nunca acabar, sobre el cual recaían todo tipo de críticas respecto a su falta de celeridad, la escasa voluntad de la guerrilla para dar muestras unilaterales de paz, y los tantos interrogantes frente a las concesiones que eventualmente tuviera que hacer la sociedad para poder llegar al cese del conflicto armado.

Sin embargo, con el acuerdo anunciado el viernes pasado, la realidad es distinta y las expectativas mucho mas altas. La razón, por supuesto, es que se logró llegar a un acuerdo entre las partes sobre uno de los temas de mayor complejidad como lo es el de las drogas ilícitas.

Este, además de lograr el reconocimiento de las Farc de tener vínculo directo con el problema, logró comprometerlos en acciones para la solución del mismo, al tiempo que el Gobierno tendrá que implementar un programa para la intervención integral frente al consumo de drogas ilícitas, uno para la sustitución voluntaria de cultivos de uso ilícito, y una estrategia de política criminal para hacer frente a la producción y comercialización de narcóticos, y las redes de crimen organizado.

Este acuerdo, sumado a los que se habían logrado el año anterior frente al tema agrario y la participación política, le dan un nuevo aliento al proceso, y reavivan la confianza y las esperanzas de los que hasta ahora hemos tenido muchas reservas frente al mismo.

Como dijo algún día el Presidente “solo los imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias”, y con este importante avance en los diálogos, que ya completan acuerdos en la mitad de la agenda de negociación y vislumbra una finalización más temprana que tarde de los acuerdos, creo que independientemente de quien gane las elecciones del domingo, el proceso de paz debe continuar, y debe hacerlo con un respaldo unánime del pueblo Colombiano. Porque no se puede desperdiciar la oportunidad de que por fin termine este conflicto armado, que ha dejado huellas imborrables como las más de 218 mil víctimas mortales, 27 mil secuestrados, 25 mil víctimas de desapariciones forzadas, y las 5.7 millones de personas víctimas de desplazamiento forzado.

Credito
CÉSAR PICÓN

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