Una completa falacia

César Picón

En la asamblea anual de asociados de la Andi (Tolima-Huila) llevada a cabo la semana pasada en Ibagué, la prestigiosa firma Fedesarrollo planteó algunas recomendaciones para potenciar el crecimiento de la economía tolimense en el mediano plazo. Para esa entidad, darle vía libre al proyecto La Colosa sería determinante para lograr un desempeño excepcional del PIB departamental, el cual alcanzaría una tasa de crecimiento anual de 7.2 por ciento y un incremento acumulado muy superior al estimado para el año 2025.

Hasta ahí estoy completamente de acuerdo. Los 26.8 millones de onzas de oro inferido representan una riqueza superior a los 30 mil millones de dólares, que equivaldrían a más de 81 billones de pesos. Eso en términos coloquiales “dispararía” el crecimiento de la economía del Tolima.

Sin embargo, afirmar que La Colosa “es una posibilidad concreta de desarrollo para el departamento”, tal y como se ha pretendido transmitir a la ciudadanía es, por decir lo menos, una completa falacia. Crecimiento económico y desarrollo son dos cosas totalmente distintas. Aunque el incremento del PIB es uno de los principales objetivos del desarrollo, este último supone un avance equilibrado en las dimensiones económica, social y ambiental; algo que me atrevo a poner en duda por las siguientes razones: i) en lo económico, a pesar del extraordinario aumento del PIB, el Tolima apenas recibiría unos 17 mil millones de pesos anuales por concepto de regalías directas, lo que representa mucho menos del 1 por ciento del total de la riqueza generada. A esto hay que sumarle que ni la Gobernación del Tolima ni la Alcaldía de Cajamarca podrían aumentar su recaudo tributario, toda vez que el Código Minero prohíbe que las actividades de exploración y explotación mineras puedan ser gravadas con impuestos departamentales y municipales. Adicionalmente, aunque los empleos que promete La Colosa le vendrían bien a un departamento con más de 72 mil desempleados, es claro que la minería no genera suficientes encadenamientos con otras actividades productivas, lo que combinado a una alta tecnificación, terminan por generar muchos menos empleos de los que debería aportar un sector que aumente significativamente su participación en el PIB departamental. ii) en lo social las noticias son aun más desalentadoras. Estudios muy serios de la Contraloría General de la República han señalado que los indicadores sociales en municipios donde predominan actividades mineras presentan fuertes rezagos en relación con los de municipios que sustentan su economía en otras actividades. Por ejemplo, el porcentaje de Necesidades Básicas Insatisfechas en municipios donde predominan actividades no mineras es del 30 por ciento, mientras que en municipios donde se extrae oro supera el 46 por ciento. Así mismo, indicadores como el Índice de Pobreza Multidimensional, el porcentaje de analfabetismo, el porcentaje de privaciones, e incluso la Tasa de Mortalidad Infantil, presentan un peor desempeño en los territorios donde prevalecen actividades extractivas de oro y otros minerales. iii) en lo ambiental hay inclusive más cuestionamientos. El deterioro en la calidad del agua de varios afluentes y de los suelos agrícolas de la región, la pérdida de biodiversidad, la transformación dramática de los paisajes, las afectaciones a la reserva forestal central, y los temibles pasivos ambientales, son apenas algunas de las consecuencias que se prevén por la puesta en marcha de la explotación de la mina.

La descomunal riqueza que entraña La Colosa no nos puede deslumbrar.

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