Que no nos rapen nuestra utopía

Rodrigo López Oviedo

El término utopía hace referencia a una forma de sociedad tan perfecta que solo cabe en las mentes más brillantes y progresistas de la humanidad.
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Representa un ideal inalcanzable bajo las condiciones en que el hombre vive, pero tan poderoso y atrayente que lo compele a modificarlas hasta poder hacerlo realidad.

Una virtud de la utopía es que siempre estará allá donde la vislumbremos; pero, una vez alcanzada, la veremos como un sueño que se quedó pequeño ante esa posibilidad de soñar más alto que nos ofrecen las nuevas condiciones sociales, perfiladas por el paso del tiempo y el esfuerzo del hombre.

Cuando el movimiento alternativo colombiano era oposición, su utopía consistía en desplazar del poder a las castas que lo han dominado. Superando peligros, fue ganando una curul acá, allá otra, una alcaldía acullá, hasta llegar, luego de muchos avances y retrocesos, a la presidencia de la República con Gustavo Petro.

Su utopía se cumplía en parte. Sin embargo, ahora que ha ocurrido, parece que la considerara de poca importancia. Los hoy huérfanos del poder político han desatado contra ese logro la oposición más infame, sin importarles tener que hacerlo mediante las peores artes. Desafortunadamente, el movimiento alternativo no se ha aprestado a responder con la contundencia esperada de quien ve que su utopía se le está deshaciendo en sus manos; y como si con ello no tuviera suficiente, está permitiendo que se desmoronen los nada fáciles logros alcanzados en un largo proceso de unidad popular, que hoy es encarnado por el Pacto Histórico y el presidente Petro. 

Tal vez eso es lo que explica que, habiendo militantes del Pacto Histórico postulados a las distintas dignidades que están en disputa en esta contienda electoral, haya seguidores dispuestos a desviar su voto hacia otras toldas, pretextando que allí hay mejores candidatos. Aunque esto sea cierto, tales candidatos no son los más convenientes ya que sus votos serán presentados como de oposición al gobierno y justificadores del golpe blando sobre el que la derecha viene trabajando y del cual se conocen amargos resultados en otros países. 

Las tareas son claras y debemos asumirlas sin ambigüedades: Primera, volcarnos a las urnas este 29 de octubre en respaldo a los candidatos del Pacto Histórico, así no sean los mejores, pero sí con una indiscutible marca de respaldo a Petro. Y segunda, salir a las calles mañana 27 de septiembre a reclamar respeto para Petro y sus programas sociales.

El cumplimiento de estas tareas constituye un aporte inmenso para la continuidad del proceso de cambios que está en curso y para defender nuestra utopía. ¡Qué no nos la rapen!

 

Rodrigo López Oviedo

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