¿Competitividad nacional?

No sé si es mi impresión pero el país en los últimos días está sumido en una discusión entre gremios, gobierno, analistas, universidades estudios, asociaciones y medios de comunicación cuyo eje central es la competitividad nacional.

Lo absurdo de esta discusión es que se debate sobre lo que no se ha hecho para lograr que Colombia sea una Nación competitiva y todo lo que aún hay por hacer.

Hágame el favor, eso es como si nos hubiéramos vestido primero y ahora nos dicen: “todo el mundo a las duchas que hay que bañarse y refregarse”, pero sin quitarse la ropa. ¡Que tal!

Y lo peor es que uno de los escollos a superar es la ineficiencia del gobierno en tener políticas y marcos regulatorios para los negocios. Así como mejorar mucho más la gestión pública en sí misma.

Esto sí es un verdadero baldado de agua fría, puesto que se supone que el gobierno hizo esfuerzos en años anteriores para transformar el Estado y volverlo eficiente y eficaz en mayor escala.

Pero lo que se señala es que el problema del Estado no avanza, y el más claro y sencillo ejemplo es que existe desinformación y descoordinación entre los propios ministerios de la Nación dejando una gran brecha entre las decisiones que se toman y las ejecutorias que se realizan.

Así lo puntualizó el último informe del Institute for Management Development (IMD) que mide la competitividad de los países y que muestra el retroceso del nuestro en el último año.

A lo señalado por este instituto se puede agregar lo que es evidente a los ojos de todos los colombianos: la infraestructura nacional no está aún preparada para afrontar los retos de la competitividad internacional, ni contamos con un parque industrial de primera línea y poderoso para enfrentar los desafíos de mercado mundial y la competencia por precios, calidad, reconocimiento y producción verde o amigable con el medio ambiente.

Al ver esta realidad que ya señalan otros desde afuera y que los de aquí comienzan a decirlo cada vez en voz más alta ahora que sienten el agua al cuello (caso Anif, Fedesarrollo, Analdex, Acolfa), la lógica pregunta para cualquier persona con dos dedos de frente y un poquito de sentido común es:

¿Vamos a luchar contra el poderío industrial, los subsidios a la exportación y la producción, y las regulaciones proteccionistas gringas a punta de cartillas? Creo que la respuesta ya nos la imaginamos todos. Amanecerá y veremos.

A todo ello se agrega que ahora se supone que el país con sus deficiencias regulatorias, con la parsimonia y falta de políticas que se concreten por el Estado y la mala infraestructura, le apuesta a ser plataforma exportadora para aquellos países que no tienen aún tratado de libre comercio con los Estados Unidos. Eso sí es pedalear cuesta arriba con la cadena de la bicicleta reventada.

i seguimos teniendo en las capitales de departamento (incluida por su puesta la nuestra) problemas en el suministro de agua, cortes inesperados o continuos, suspensiones, y ni hablar de otros servicios públicos que colapsan o por mucho invierno o por mucho verano, que son las condiciones climáticas en las que nos seguiremos moviendo en el país, pues creo el panorama no será de prosperidad para todos.

No se trata de criticar por criticar ni de ser pesimista, pero sí de señalar sin ambigüedades el galimatías en que estamos para entre todos comenzar a enderezar el rumbo, para que el sector privado comience a exigir más ritmo y acción al Gobierno nacional, para que los ciudadanos estén prestos a saber qué sector se cerrará y dejará de emplear, para moverse rápidamente hacia otro, y para que se regule de manera pragmática en las normas tributarias y en todo el marco aduanero.

Solo así estoy seguro podremos acercaros en algo a tanta belleza que se ve en la propaganda mediática institucional.  


Credito
Nelson Germán Sánchez Pérez –Gersan-

Comentarios