“No importa donde se nace, ni donde se muere, sino donde se lucha”, tal es el caso de Héctor Villarraga Sarmiento, quien escogió hace años las calenturientas y empolvadas calles de Venadillo para iniciar su periplo de servicio al Tolima, luego de dejarse atrapar del paisaje natural y humano de este territorio y convertirse en un guerrero más de las luchas a favor de las gentes que lo adoptaron como su paisano.
Este joven abogado capitalino que había cambiado las gélidas temperaturas por el sofocante trópico, se compenetró del ambiente, hizo amistades para el resto de su vida y contribuyó a mejorar las precarias condiciones culturales de la región. Pronto dio el salto a Ibagué, la ciudad vecina y desde 1981 se vinculó a la Universidad del Tolima, como asesor jurídico primero, luego como Vicerrector Académico y finalmente como rector encargado.
Villarraga llega a la rectoría con muchos sueños acumulados en casi treinta años de trasegar por la cotidianidad de la UT. Por eso en tan solo nueve meses diseñó con su equipo de trabajo, una serie de acciones que, a pesar de alguna crítica de sectores provenientes del profesorado y de los estudiantes, se constituyeron en una impronta que la historia se encargará de valorar. El ritmo empleado, los procesos contra la corrupción, la transparencia y participación de los distintos estamentos en las decisiones, permitieron blindar su actuación y cumplir con lo propuesto.
La experiencia adquirida solucionando problemas, participando en discusiones y sugiriendo alternativas. le dieron a Villarraga una gran capacidad para confrontar ideas, argumentar y contra – argumentar, responder impasible a los agravios sin la soberbia y la amenaza del ofendido, respetuoso siempre de sus críticos y amigo del diálogo que convirtió en mecanismo propicio para construir comunidad y encontrar soluciones a los conflictos.
Varios son los principios sobre los cuales el doctor Villarraga erigió su accionar público. Despojó la solidaridad de los lastres retóricos y la hizo su compañera permanente. Con la sensibilidad social entabló un romance que defendió siempre y a la democracia la hizo su consejera y amiga, así sus contradictores negaran sus esfuerzos por abrir espacios de participación, los que entregó generosamente para que se transitara hacia la consolidación de una universidad pública de inclusión social y de calidad académica.
Villarraga Sarmiento se retira satisfecho por sus realizaciones, tal vez con nostalgia porque parte de su segundo hogar, pero convencido de que valió la pena haber adoptado al Tolima para servirle de la mejor manera posible.
Los versos del poeta quindiano Nelson Osorio Marín, popularizados por las voces de Ana y Jaime, reflejan plenamente el sentido de la existencia de algunos seres humanos cuando afirman:
Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN Profesor Titular UT
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