Un panorama complejo

Las obvias y elementales van a la cabeza: estadios, coliseos, campos, pistas, muelles- en el caso de Prado- y rutas- en el caso de Chaparral- que deben cumplir con las especificaciones para el desarrollo de las competencias, a la par de seguir siendo utilizados por la comunidades al concluir las justas.

A la par debe marchar la dotación básica con que se debe contar para hospedar a deportistas, técnicos, auxiliares, jueces, cronometristas, periodistas, narradores, fotógrafos, camarógrafos, directivos y, por supuesto, familiares y aficionados. ¿Cuentan los municipios con las camas o los lugares apropiados para alojar a la población flotante? Los primeros cálculos estiman en no menos de mil las camas extras que se requieren, en una proyección bien conservadora. Y nadie puede olvidar la alimentación de los visitantes.

Enseguida se pasa a revisar la dotación de servicios públicos básicos: agua, electricidad, comunicaciones telefónicas y de internet, transporte urbano, hospitales y clínicas.

¿Pueden los alcaldes respirar tranquilos tras un rápido inventario a la situación de sus ciudades y ya han comenzado a elaborar los presupuestos y a imaginar el origen de los recursos con los que enfrentarán las nuevas situaciones?

¿Qué se puede vaticinar sobre el aeropuerto de Ibagué? ¿Se habilitará el de Flandes o el de Chaparral?

Entra en juego el ornato, la recreación y las actividades culturales complementarias que son esenciales para que las comunidades queden bien representadas y los visitantes bien atendidos.

Por supuesto, y como en toda aglomeración, es menester prepararse para contingencias de todo tipo y reforzar los sistemas de prevención y seguridad.

¡En sus marcas, listos, fuera!