¡La marcha de todos!

Columnistas

La marcha de ayer, más allá de la acción colectiva, se traduce en el sentir de los colombianos que queremos un Presidente:
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Que reconozca a Dios con todas sus fuerzas y sobre todas las cosas.

Que inspire a las nuevas generaciones a amar a su país, con sus fortalezas y debilidades.

Que promueva el respeto por las instituciones públicas y la democracia.

Que le de la importancia y le brinde el apoyo que requiere la fuerza pública.

Que respete los procesos de concertación en el órgano legislativo para las Reformas que se plantean.

Que las reformas tengan un equilibrio que no altere los derechos de los ciudadanos.

Que genere confianza en el sector productivo, tanto para los nuevos negocios, como para la inversión extranjera.

Que inicie el proceso de transición energética progresivo, sin depender de otros países.

Que no trate de controlar el mercado a través de medidas restrictivas o intervencionistas.

Que trabaje de la mano de las organizaciones no gubernamentales y sin ánimo de lucro, en igualdad de condiciones.

Que se apoye técnicamente de los gremios como entes especializados para la formulación de soluciones.

Que permita la descentralización del gobierno y promueva la autonomía regional.

Que tenga en cuenta a los alcaldes y gobernadores de Colombia en la construcción de las soluciones.

Que promueva proyectos de infraestructura de servicios públicos, vitales para el desarrollo.

Que entienda que la mejor forma de proteger la vida es haciéndola respetar con la autoridad y con la ley.

Que no señale y aparte a los municipios principales de Colombia.

Que no estigmatice a los medios de comunicación y respete la libertad de opinión.

Que comprenda que para proteger el agua, lo primero que debemos hacer es tener plantas de tratamiento.

Que no gobierne deliberadamente por redes sociales.

Que no atienda una marcha con otra.

Que un colombiano, cuando lo vea, le diga gracias Presidente.

Es evidente el miedo que sienten los colombianos ante el Gobierno de Gustavo Petro, y es que no es para menos, las decisiones que ha venido tomando cada vez se radicalizan más y ante ello la economía se contrae a pasos agigantados. ¿Quién pierde? El pueblo. Nadie desconoce los problemas del país, especialmente los relacionados con la pobreza y la pobreza extrema, pero lo que sí está comprobado, es que el modelo de país que sueña el primer mandatario está lejos de ser la solución. Por el contrario, agudiza aún más su situación, haciéndola inviable.

SERGIO ARENAS

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