“El sueño de los justos”

Con firmeza creo que el Tolima podrá romper su coyunda con el subdesarrollo el día en que, con auténtica y profunda visión de futuro, basamento estratégico, solvencia ética y moral, claridad política y cohesión social, decida empezar a construir una nueva historia. También creo que, para el caso tolimense, estas virtudes las entraña el regionalismo, porque son las fuerzas endógenas (incluido el peso político como fuerza endógena) las que pueden originar nuestro desarrollo y, con él, ayudar a construir un país incluyente y equitativo.

Expectativa y escepticismo

Con crueldad la pandemia reveló que Colombia está a “años luz” de la excelencia en gestión de salud pública, en investigación clínica y en infraestructura hospitalaria, rezago causante de la ineficiencia del país ante el Covid-19; también el estallido social desnudó la indignación y el rechazo de la juventud por los inhumanos efectos de ser el nuestro uno de los estados más desiguales, peligrosos y corruptos del mundo. Sólo un retrógrado negará que las causas de tanta evidencia de atraso radican en el obsceno concubinato de politiquería y plutocracia que, desde hace muchas décadas, pusieron las riquezas de los colombianos a su servicio y así desataron las miserias que hoy padecemos.

Pensamiento estructurado para el Tolima

Quien procura informarse sobre la cotidianidad nacional sabe que en todo sector del orden social económico y político se da una continua dinámica intelectual o del conocimiento que reconforta, pues las buenas ideas que incesantemente se ventilan hacen creer que vendrán mejores días. Pero también el informarse es de alguna manera constatar diariamente cómo, en casi todos los sectores, los problemas se agudizan y así entonces y aunque a veces pasa inadvertido, vivimos la paradoja de las buenas ideas y los malos resultados, paradoja que podrían explicar los sesudos y perseverantes pensadores del país y del Tolima.

La historia lo dijo… y lo dirá

Con atención he seguido la manera como en el Tolima se enfrentan hoy los negativos índices de pobreza, empleo, marginalidad, salud, crecimiento económico y otros que la pandemia empeoró pero que, es indiscutible, son índices propios de la continuada e inercial tendencia que desde hace muchos años afecta a nuestra región.

Diálogos regionales, diálogo tolimense

Cada vez con mayor fuerza se proponen los diálogos regionales como solución al estallido social. La propuesta se basaría en que el centralismo ignora que Colombia es pluricultural y diría que plurinacional, pues cada región tiene su propio trasegar histórico que le da matices propios a su problemática moral, política y estructural y de ahí que, aunque los problemas se parecen, los remedios tengan que particularizarse y por ello no es la draconiana e insulsa voz presidencial sino el diálogo regional el que podría balancear las culpas del centralismo y de la región, hallar soluciones y concretar los compromisos que el Estado y cada territorio tienen que cumplir. De ahí la importancia y urgencia del gran diálogo tolimense.

La Casa del Tolima

Indignación y aflicción me causó ver en algún medio la fotografía que muestra el deplorable estado de abandono en que se encuentra la “Casa del Tolima” en Bogotá. Por ser acusadora evidencia del mal manejo del patrimonio público e indicio de torpeza para entender cómo debe construirse otra realidad social en el Tolima y habida cuenta que, aunque por pocos años, COOPERAMOS tuvo en comodato ese inmueble para cumplir allí acciones estratégicas que por esos días se pensaban y que por su obviedad hoy podrían estar pensando los líderes del Tolima, la foto referida obliga una reflexión a modo de denuncia y de crítica constructiva.

Api, exoneración y agotamiento mental

Respecto al grave y epidémico desempleo en Ibagué (cuyo examen de causalidad y solución debe hacerse en el contexto regional y no abstrayéndolo como problema local) dos noticias recientes confirman el gradual agotamiento mental que les impide a gobernantes y políticos superar los lugares comunes y el hábito de plagiar iniciativas de otras ciudades y regiones y los inhabilita para encontrar soluciones estructurales y eficaces que erradiquen, de una vez por todas, el grave pero curable mal del desempleo que se ensañó con Ibagué y el Tolima.

Jóvenes tolimenses, es su hora

“Lo que le pasa al país es que la solución está en manos del problema”. Ésta proverbial frase, escrita en alguna pancarta, es recurrentemente citada porque en su contundente brevedad inculpa a las viejas generaciones de dejar las soluciones a los graves y complejos problemas del país en manos de gobiernos torpes y abusadores, de políticos oportunistas y corruptos, de partidos momificados y de tanto seudolíder dedicado a obtener privilegios para sí y para quienes detentan el poder, sin importarle que su conducta haya causado la enorme pobreza y desigualdad que obligó el estallido social y, ojalá, lleve al cambio de rumbo del país.

Entre razones y sinrazones

Siendo verdad que el atraso del Tolima no obedece la falta de recursos naturales y ventajas estratégicas ni a la carencia de razones (ideas) lógicas, entonces ¿dónde radica el obstáculo del progreso? A pesar de tenerlo todo para lograr el progreso, lo cierto es que éste siempre le fue esquivo al Tolima, innegable paradoja que podría explicarse a partir de la premisa de que “existen razones que la lógica no comprende” y que por tanto no son las razones lógicas del desarrollo (tesis, modelos, saberes, supuestos etc.) sino las sinrazones, las que podrían explicar por qué el atraso ha sido el inalterable destino del Tolima.

¿Vivimos tiempos de cambio?

La valentía de la juventud, los indígenas, los campesinos, los maestros, unos pocos políticos, los sindicatos y en general la reacción de la sociedad, logró frenar (retirar dicen), por ahora, la reforma tributaria y de la salud y, estaría por verse, si logra frenar la reforma pensional y otras leyes con las cuales, quienes detentan el poder en Colombia y con absoluto cinismo, iban por todo. Muchas vidas, angustias, sacrificios y más consecuencias colaterales han sido el doloroso efecto de la gran protesta nacional que detuvo el avance hacia la total exclusión y desigualdad social. Por su contundencia, la reacción popular pareciera conducir al cambio, pero, obligado es advertirlo, igual podría ser un sacrificio en vano y ello pronto lo sabremos.