Cuando el Covid-19 irrumpió en el planeta, muy poco se conocía del virus y la ciencia dio recomendaciones para evitar el contagio. Algunas de estas sugerencias pronto se desecharon, mientras que otras se fueron incorporando a las actividades cotidianas, tal es el caso de algunos objetos que habían sido usados en el pasado para detener la circulación de enfermedades. Nuestro amigo es uno de ellos, su uso generalizado, según los historiadores de la medicina, se remonta a los comienzos del siglo XX, en la famosa “Plaga de la Manchuria” 1910 - 1911, donde murieron más de 60.000 personas”. Luego vino la Gripa Española que dejó un número estimado entre 50 a 100 millones de víctimas.

De espaldas a la cámara; inclinada por los 86 años que pesan sobre su espalda; custodiada por dos policías que le han esposado sus manos, esta foto de Alejandría recorre el mundo con el enfado y la indignación de los que se enteran de que fue detenida por intentar robar tres libras de arroz en un supermercado, porque tenía hambre. Esto sucedió en la población de Santa Rosa de Cabal, en Risaralda y, más que un hecho insólito, nos debe llevar a una profunda reflexión sobre la gerontofobia y deshumanización que vivimos en el país. 

En la “Aproximación Crítica al Cuento del Tolima”, el Grupo de Investigación de la UT (a propósito, fue ascendido recientemente a la categoría B por Colciencias), se plantea que: “La obra cuentística de Jesús Alberto Sepúlveda Grimaldo recoge la herencia de la literatura latinoamericana que mira a los protagonistas de las historias desde la cotidianidad, la magia, los sueños y la soledad del mundo a la hora de construir a personajes que se enfrentan a contextos marginales de la vida”.  

Cuenta la historia que, en la ciudad griega de Olimpia, donde estaba ubicado el principal santuario de Zeus, se celebraban cada cuatro años unas fiestas religiosas que duraban 6 días. A partir del año 776 (antes de nuestra era) se iniciaron unos juegos deportivos entre los meses de julio y agosto. Estas justas más tarde recibieron el nombre de Juegos Olímpicos y tenían además de lo físico, un carácter religioso. Las polis griegas (ciudades) permanecían en guerras constantes y sus pensadores sobrepusieron el deporte a la rudeza de las batallas, para ello decidieron firmar pactos de suspensión temporal durante  los enfrentamientos, días antes del inicio de los mismos, hasta dos semanas después de terminados. El objetivo era permitir el desplazamiento de los competidores a Olimpia y luego el regreso a sus respectivas localidades.

Dos noticias han conmovido el espíritu chovinista de muchos colombianos. La selección ha quedado prácticamente eliminada del próximo mundial. Ya no nos salva ni el milagro que siguen esperando los fanáticos del micrófono, ni los idólatras de la camiseta tricolor, que no aceptan la realidad y es que nos falta liderazgo, compromiso, profesionalismo y seriedad en todos los aspectos.

Muchos creímos que el impacto de la pandemia del Covid 19 iba a incidir en la mentalidad de millones de seres humanos y que la solidaridad y el altruismo nos cohesionarían en un objetivo común: impedir la muerte de millones de personas. Pero, muy pronto comenzó a erosionarse esa esperanza. Los intereses de todo tipo afloraron y luego de una breve pausa renació el egoísmo, la avaricia, el deseo desmedido de poder, mientras la pandemia avanzó y el escepticismo cundió por todas partes.

Quienes empezamos los primeros años de estudio en la década de los años sesenta del siglo pasado, todavía recordamos una narración que aparecía en la página inicial del texto de Justo V. Charry: “Hoy es un día muy feliz, son las ocho de la mañana, voy a la escuela, llevo en mi maleta los útiles: la cartilla segunda de Charry, que tiene muchas narraciones, bellas láminas, media docena de cuadernos, un lápiz de color oscuro, una caja de colores y un borrador”. Este modesto equipamiento debía durar todo el año, al igual que los uniformes y los padres debían hacer verdaderos milagros para que el buzo desteñido o los tenis raídos alcanzaran. 

Desde el siglo pasado se ha recrudecido la discusión sobre los géneros literarios, cuyo punto de partida tiene que ver con la hibridez de los mismos. La literatura contemporánea se caracteriza por el experimentalismo, no solo con el lenguaje, sino también con la hipertextualidad. Los tradicionales géneros literarios se han atomizados en fusiones de diverso tipo, como también ha sucedido en otras expresiones artísticas.

Desde hace siglos se ha intentado dominar las cumbres de la Cordillera Central, en un esfuerzo por unir el centro del país con el occidente, pero la falta de proyección, y una visión integral no ha dado una respuesta efectiva y las soluciones se han encaminado a defender intereses de determinados grupos.

A José Antonio Vergel Alarcón, lo conocimos gracias a Carlos Orlando Pardo Rodríguez, quien en las charlas y tertulias que teníamos por la época, nos hablaba con entusiasmo de la aventura emprendida por este filósofo, poeta y periodista, en tierras lejanas. El reto del idioma, una cultura distinta y los miles de kilómetros que lo separaban de su pueblo natal, La Arada, en el municipio Alpujarra, nos sorprendía. Ese referente estimulaba nuestros sueños y el orgullo de tener un paisano en la Agencia de Prensa Novosti y la Editorial Progreso en Moscú, era motivo de orgullo.