Asoman orejas de zorro

Alberto Bejarano Ávila

Hace muchos años y con el mismo título, el suscrito escribió sobre la eventual privatización del IBAL.
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amenaza siempre latente desde hace varias décadas, diría que desde cuándo inició la decadencia del Tolima, por allá en los años ochenta del siglo pasado, tiempos en los cuales la sociedad tolimenses empezó a perder activos valiosos que, además de prestar un servicio público, eran fuente cierta y potencial de generación de ingresos significativos y crecientes que pudieron usarse para optimizar y ampliar su infraestructura de servicios públicos y para apalancar inversiones estratégicas para nuestro desarrollo. Ejemplo válido de lo anterior es EPM, pues a tiempo los antioqueños creyeron que la formación de capital público regional es fuente de inversión motora de progreso y bienestar social, cuestión nunca entendida por dirigentes caducos que solo claman y esperan transferencias del presupuesto nacional.

No es paranoia preocuparnos porque en el Tolima siempre estén asomando orejas de zorro acechando el recurso más valioso que poseemos ibaguereños y tolimenses en general como es el agua, pues, habidas amargas experiencias, no sería de extrañar que se estén montando viejas películas de inviabilidad, manejo corporativo, capital accionario y más zorrerías, como excusa para enajenar al IBAL y, por ello, las fuerzas vivas, si aún no han muerto; los gremios; los progresistas, si en verdad lo son; la intelectualidad que entiende de pertinencia regional; los medios consecuentes; las organizaciones sociales y en general todo el pueblo tolimense tendría que exigirle, a la administración municipal de Ibagué, total claridad al respecto, pues sería canallada  o la tapa del cóngolo que una vez más esa mezclilla de estupidez, mala leche y codicia quiera seguir arruinando de por vida a una sociedad tantas veces maltratada.

Recordemos que, con la complicidad de sofistas vende regiones que cínicamente sostienen que “no importa quién presta un servicio público con tal de que lo preste bien”, desde hace muchos años, se entregaron a manos foráneas empresas estratégicas para generar ingresos y aliviar costos al usuario, como recolección de basuras; Teletolima; Electrolima; Hidroprado y otros bienes públicos y que, con tan imbéciles decisiones, a veces tramadas por corruptos, el capital público tolimense prácticamente se esfumó. Ha sido y continuará siendo el colmo de la candidez permitir que la estulticia gubernamental y política enajene nuestros bienes, nuestra soberanía y nuestras esperanzas a cambio de miseria e incertidumbre. 

Por ser un recurso vital del mundo, “el agua es el mejor negocio del mundo”. El IBAL (al igual que todo acueducto municipal y comunitario) es un monopolio económico benigno porque capta gratis su materia prima, la trata, la distribuye y la factura sin competencia alguna; sus proyecciones financieras no son amenazadas por factores externos; su estructura de costos puede estabilizarse; la tercerización laboral es innecesaria; los controles pueden ejercerse. Así entonces el IBAL no puede ser inviable, ni tiene excusa para la ineficiencia administrativa y técnica. Claro, hay que ahuyentar la angurria politiquera que lo utiliza como su caja menor.

Alberto Bejarano Ávila

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