El riesgo de ser la nueva Atenas suramericana

Es notoria la gravedad de la crisis económica que se vive en Europa. Grecia tiembla todas las semanas entre nuevas medidas de austeridad y una movilización social sin precedentes en contra de recortes en el gasto público.

España recibió una baja en la calificación de la deuda del gobierno central, de 17 de las comunidades autónomas y dos de los principales bancos del país.

Además de la crisis económica internacional y las críticas sobre el manejo del gasto público, España afronta, según varios analistas, el colapso de una burbuja inmobiliaria que desestabiliza su economía.

Altas tasas de interés, recesión económica y alto desempleo estructural son una trampa de decrecimiento y pobreza. Las recetas tradicionales que se aplican en estos casos parten de la reorientación y reducción del gasto público. Así mismo, se crean paquetes de ayuda al sector financiero para respaldar su capacidad de respuesta. Es una fórmula presuntamente eficiente, que carece de suficiente legitimidad social y que resulta paradójica al auxiliar a uno de los actores principales de la crisis, el sistema financiero, sin que haya una contraprestación clara.

La interdependencia que hemos generado con otras regiones del mundo trae el riesgo de “contagio” de las crisis económicas si no se adopta medidas preventivas. Así mismo, la emigración colombiana, especialmente a Estados Unidos y España, ha hecho de las remesas una importante fuente de recursos para la economía y las familias.

La crisis española continuará afectando el monto de las remesas que se reciben en el país y con ello compromete el nivel de vida de las comunidades que dependen de este ingreso. En efecto, el 60 por ciento de los receptores de remesas no trabajan, un porcentaje equivalente corresponde a cabezas de hogar. Así mismo, el 90 por ciento de los ingresos percibidos por las remesas se invierte en gastos como alimentación, vivienda o vestuario, sólo un 10 por ciento se traduce en ahorro o inversión de algún tipo.

El deterioro de la calificación de los bancos españoles, con presencia en Colombia, es una señal de alerta para que la Superintendencia Financiera verifique la solidez, la gestión, el capital y las inversiones de estas entidades en el país. Es crucial certificar su situación y la salud del sistema financiero colombiano.

Finalmente, el país debe estar atento para proteger los derechos de los colombianos en el exterior frente a los brotes nacionalistas y xenófobos que surgen con tanta facilidad en épocas de crisis como la presente.

(*) Senador

Credito
JUAN MANUEL GALÁN P. (*)

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