¿A quién beneficia la prohibición?

Hay paradojas en la formulación y ejecución de las políticas públicas. Una que vivimos todo el tiempo en Colombia es haber decidido enfrentar el problema de las drogas a través de la persecución de los narcotraficantes y tener hoy unas altas tasas de consumo de sustancias psicoactivas ilícitas.

¿No es este hecho un motivo suficiente para entrar a revisar qué ha pasado? ¿Cómo es posible que luego de tantos esfuerzos cerca de 250 mil colombianos abusen o sean dependientes de la marihuana, 85 mil de la cocaína, 26 mil del basuco? ¿Qué ha pasado para que la mayoría de estas personas sean jóvenes entre los 18 y los 34 años?

Insistir en la política actual de forma acrítica es darle la espalda a unos hechos, que además de evidentes, fueron documentados en el Estudio de Consumo de Sustancias Psicoactivas de 2008. Así mismo, es un indicio de una cierta esquizofrenia política, pues da a entender que a la sociedad colombiana le importa más que no haya traficantes que adictos, pero al tiempo ha estado dispuesta a beneficiarse de los dineros ilícitos.


Desde el año 2007 he venido insistiendo en este tema: hay que reabrir el debate, analizar opciones distintas, rescatar lo bueno de lo que se ha hecho, balancear nuestras prioridades, escogiendo medios creativos, y evitando caer en el pernicioso y falso dilema de que si no es prohibición entonces es legalización. Hay que hablar de la droga como enfermedad, de prevención, de reducción del daño, de apoyar al raspachín para que haga un plan de vida lejos de los cultivos ilícitos, y al adicto que vive y sufre el deterioro que produce el consumo.


No existe un camino único para encontrar nuevas alternativas de política. En efecto, en Colombia hemos tratado de avanzar, mediante varios proyectos de ley, hacia una mayor concientización de que la adicción es una enfermedad y como tal el Estado y la sociedad tienen el deber de brindar mecanismos de protección y atención al enfermo y su familia. De igual forma, en escenarios internacionales existen diferentes foros donde llevar el tema y conformar alianzas estratégicas para facilitar que se dé la discusión: hace unos meses sugeríamos que se llevara a la Comunidad Andina, o a la OEA pues México, Perú, Boliviay Colombia han enfrentado con grandes sacrificios el desafío que les plantea el narcotráfico.


Tenemos un verdadero reto de liderazgo, pues le corresponde a Colombia, impulsar al mundo para que avance por un sendero desconocido, pero con la convicción de que el camino actual solo puede conducirnos al abismo.


(*) Senador

Credito
JUAN MANUEL GALÁN P. (*)

Comentarios